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Vol. 23, N. ˚ 1. pp. 98-126, enero-junio de 2018 113 F R O N T E R A S d e l a H I S T O R I A Anel Hernández Sotelo Así las cosas, el año de 1662 resulta crucial en la historia que aquí se per- fila. Valiente ha escrito: […] cronológicamente hemos de poner de relieve que el futuro fraile [Isidoro de Sevilla] nació el mismo año en que Mañara fue admitido como hermano de la Santa Caridad. Entre ese momento y su óbito median 17 años, con lo que la trayectoria vital de Miguel tras su crisis de fe coincide con la niñez y adolescencia de fray Isidoro. (“La Pastora Coronada” XXIII) Resulta probable que la vida penitente que Miguel Maraña observó desde 1662 inf luyese en la decisión de Vicente Gregorio de tomar el hábito capuchino tan solo tres años después del deceso del primero. Aunque los padres del futuro capuchino se opusieron a la vida conventual elegida por aquel por ser el hijo primogénito, en abril de 1681 Vicente Gregorio ingresó al convento sevillano de las Santas Justa y Rufina (hoy conocido como parroquia de la Divina Pastora) con diecinueve años, y recibió el nombre de fray Isidoro de Sevilla. Terminado el noviciado, el fraile fue enviado al convento de Écija para realizar estudios de latín. En 1683 inició sus estudios de filosofía en el convento capuchino de Cádiz, los cuales concluyó en el convento de San Juan Bautista de Granada. Luego de ser ordenado sacerdote en el año de 1687, comenzó los estudios de teología y fue alumno de fray José de Lucena (Galba- rro, “Un autógrafo” 52-53). En 1690, Isidoro regresó al convento de Cádiz, donde recibió el cargo de predicador de oficio por el que se “le confería la capacidad de representar al convento en su labor de apostolado y, por lo tanto, era el religioso encargado de dar los sermones en las iglesias correspondientes y se le solicitaba para las grandes ocasiones” (Galbarro, “Un autógrafo” 53). Esta vuelta al convento de Cádiz supuso para el capuchino una piedra de toque en su actividad apostólica, pues gracias a su participación activa en las misiones de la orden, dispuestas en Córdoba, Antequera, Marchena y Cádiz, conoció a fray Pablo de Cádiz quien “le instruyó en el rezo público del rosario por las calles de la ciudad”, desde 1690 hasta 1694, año en que fray Pablo murió. En 1694, el que había sido lector de Isidoro de Sevilla en Granada, José de Lucena, fue enviado como guardián al convento capuchino de las Santas Justa y Rufina de Sevilla (Galbarro, “Un autógrafo” 53). Lucena se hizo acompañar por fray Isidoro para su nuevo encargo, habida cuenta de que el capuchino gozaba de buena fama como predicador. Isidoro de Sevilla regresó entonces a su ciudad 08 Rev FRONTERAS DE LA HISTORIA 23-1_AHernandezS.indd 113 2/27/18 11:35 AM

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