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Vol. 23, N. ˚ 1. pp. 98-126, enero-junio de 2018 111 F R O N T E R A S d e l a H I S T O R I A Anel Hernández Sotelo […] un hospital para la curación de enfermos para dar principio en el mismo almacén que servía de hospicio, puso doce camas con destino a dolientes de aquellas enfermedades que no se admiten en otros hospitales de Sevilla. Creció el número de enfermos y fabricó una sala con veinte y cuatro camas dispuestas con grande aseo y comodidad. No bastaron estas y extendió la enfermería, de suerte que fuese capaz de cincuenta camas […] Instituyó, con las correspondientes licencias, la congrega- ción de los Hermanos de Penitencia, para que sirviesen a los pobres y enfermos, y les señaló hábito y modo de vivir. Hizo que se dispusiere altar en las enfermerías para que los enfermos oyesen misa todos los días; ordenó que los martes de Cuaresma se les predicasen a los pobres pláticas en que se les explicase la Doctrina. Para que ningún enfermo muriese sin sacramentos, consiguió que en el hospital se conservase siempre el sacramento de la Eucaristía y Santo Óleo, aunque para lograrlo tuvo que vencer graves dificultades. (Arana 34-37) Estas dificultades, seguramente, estuvieron relacionadas con afrentas entre Mañara y sus antiguos enemigos. Cárdenas apunta que dos eclesiásticos y un seglar levantaron falsos testimonios contra el hermano mayor de la Santa Ca- ridad “para quitarle las limosnas” que había recogido de los nobles sevillanos (21). Es probable que estos conf lictos terminaran luego de la muerte repentina de los tres opositores, por lo que no parece cierto que el problema de fondo hubiese sido la recolección de donativos para la Santa Caridad. Y es que Miguel Mañara consiguió en muy poco tiempo que la nobleza sevillana cooperara económica- mente en los proyectos del hospicio, las enfermerías, el hospital y, más tarde, en la construcción de otras estancias y de una iglesia que supliera la antigua capilla de la hermandad. El medio más socorrido para obtener estas dádivas fue la admisión de los caballeros de abolengo a la Hermandad de la Santa Caridad, con lo que Mañara ganó una autoridad moral y política inusitada en la Sevilla del siglo xvii, a pesar de su fama de hombre licencioso y despilfarrador. Además, luego de su nombramiento como hermano mayor, Mañara dispuso una serie de importantes modificaciones en la normativa que regía las prácti- cas de la Santa Caridad. La redefinición ontológica de las responsabilidades de los hermanos, así como el cariz de la hermandad concebida ahora como una agrupación penitencial semimonástica, se consumó en 1675 con la imposición de una nueva regla que estuvo vinculada con la Hermandad de la Penitencia (Granero 561-588). Para entonces, el “asceta de la muerte” —título con el que 08 Rev FRONTERAS DE LA HISTORIA 23-1_AHernandezS.indd 111 2/27/18 11:35 AM
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