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Clío, 2004, Nueva Época, vol. 4, núm. 32 120 ay dificultad que no emprendan, no ay imposible que no faciliten para efeto [sic] de arrancar, si pudiesen, la celestial semilla de los Menores, cuya eficacia, y virtud divina, sienten que les quita el Imperio de los hombres, y de sus almas [...] Que sangrientas uñas, me digan, no ha aguzado Satanás, serpiente cruel, contra la Religion insigne de los Menores, y sus hijos sagrados, para despedaçar con ellas la forma de su vida Apostolica, y apartar de su seno esta ilustre generacion? Que venenos no ha derramado para que la observancia regular, enflaquecida, y contaminada de varias maneras, últimamente se venga a extinguir? 25 Ahí lo tenemos, el Satanás quiere despedazar a los Frailes Menores porque son ellos quienes más pureza de estado alcanzan, porque son los que “observan” los votos y se regalan a la mortificación. Los demonios le declaraban la guerra a San Francisco en la provincia italiana de Arezzo, en el siglo XIII . Francisco logró expulsarlos pero sólo por un momento de la historia: Boverio nos deja ver que la lucha es interminable, constante y tenaz contra los seguidores del Santo. Un ejemplo magnífico de esta intervención diabólica y mañosa en donde el objetivo es desintegrar esta “nueva orden” que dará a luz hombres cada día más cercanos a Dios es el relato que hace el autor sobre la primera salida de Fray Mateo de Boverio rumbo a Roma, en 1525. El Demonio sabiendo que de aceptarse esta reforma perdería gran parte de su grey, se convierte en una horrible serpiente que al paso del fraile sale con pretensión de amedrentarlo. Éste no da importancia al asunto y prosigue su camino. Frustrado, el “enemigo de Dios” planea otra estrategia y ahora se vale de los frailes (no se dice de qué Orden) y de los habitantes de un pueblo. Persuade a los primeros de que se burlen de sus ropas y lo desprecien, mientras que los habitantes del pueblo lo golpean “con manos y palos” pues lo reputan por ladrón. Golpeado y adolorido, fray Mateo no se aparta de su meta y sigue su camino, llega a Roma y después de varios viajes y Bulas papales dictadas, (de las que Boverio hace un minucioso análisis con una cronología muy exacta), finalmente la Orden es aceptada como legítima descendiente del Padre San Francisco. 26 Pasan los años y la Orden comienza su expansión. En este escenario otra vez entra el “eterno enemigo de Dios”. La Congregación o, en palabras de Boverio, “la Religión Capuchina” gozaba ya del agrado del Pontífice y era apoyada para comenzar a predicar en lugares inhóspitos. Sin embargo, “el enemigo comun de los hombres, Principe miserable de las tinieblas, que tiene –––––––––––––– 25 Ibid ., p. 15. 26 Ibid. , pp. 48-49.

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