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Letras Históricas / Entramados 40 ta que Araujo escribió movido por la envidia que le produjeron los aplau- sos que Martín Martínez había recibido con su Medicina escéptica , por lo que el medio más fácil que encontró para saciar “la ansia de hacerse famoso” fue impugnar a un “hombre celebrado”. Además apunta que el Centinela era indefendible por sí mismo, pues el Autor […] avia ofrecido en el Prologo atacar el Libro del Doctor Mar- tinez, y defender la doctrina Aristotelica [pero] ni uno, ni otro hace, ni aún lo emprende; pues solo se estrecha á las nueve hojas de la In- troduccion de Martinez, en las quales ninguna doctrina particular de Aristoteles se impugna […]. Este Libro, pues, podria darle alguna re- putacion al Autor con aquellos Letores, que solo son capáces de en- tender, y decir, que Araujo sacó a la luz un Libro contra la Medicina Sceptica de Martinez (y acáso no pretendió otra cosa que el que sonas- se esto entre los ignorantes para hacer algun ruido en el Mundo). Pero los inteligentes dirán que este Libro, ni es impugnacion de la Medicina Sceptica, ni defensa de la doctrina de Aristoteles, sino un farrago inutil sin proposito alguno, y si les preguntan qué hizo en él su Autor? Res- ponderán bien, que sacó la espada, y no hizo nada. Feijoo escribe que los dicterios de Araujo son falsos e insostenibles, principalmente porque un médico escéptico no es lo mismo que uno pirronista , ya que éste duda de todo, mientras que el escéptico duda de las causas por las que un elemento actúa como lo hace. Cuando el mé- dico dogmático se contenta con saber que el opio adormece, el médico escéptico duda de las causas internas por las que el opio funciona así, absteniéndose de repetir las sentencias clásicas sobre su naturaleza fría o caliente y realizando pruebas que le permitan desechar las dife- rentes respuestas posibles. Para Feijoo, el dogmatismo dañaba no sólo la reputación de España, sino también a la filosofía e incluso a la Iglesia pues gente estúpida como López de Araujo confundía “a Poncio Pilato con Poncio de Aguirre”, 12 de donde resultaba que se escucharan voces extranjeras que “dicen que en España patrocinamos con la Religion el idiotismo”. Porque, aunque el autor del Centinela arroje “bomitos atra- bilarios, y aun le falta poco para echar los higados”, es evidente que las escuelas españolas enseñan un cúmulo de incongruencias que sólo dialécticamente pueden sustentarse y así muchos ingenios se pierden en el camino de las discusiones inútiles. Si bien la teología escolástica es necesaria para defender las verdades reveladas y para separar las ver- 12 Poncio de Aguirre es un personaje del Buscón de Quevedo.

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