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Letras Históricas / Entramados 38 ba de la utilidad del discurso aristotélico de las facultades en la ciencia médica y criticaba duramente la enseñanza universitaria española. Por todo ello, las impugnaciones de su obra no se hicieron esperar. En 1725 el médico madrileño Bernardo López de Araujo y Ascárraga publicó su Cen- tinela médica-artistotélica contra escépticos , en la que calificaba a Martí- nez y sus seguidores de sectarios pirronistas , que se atrevían a “escupir” la doctrina aristotélica “corregida ya por Santo Tomás”, sin advertir que luego el escupitajo les caería en la cara. López de Araujo exponía que si la medicina tradicional que se enseñaba en las universidades españolas estaba amparada en la autoridad de los santos padres, la medicina que había venido a llamarse escéptica , al carecer de estas autoridades, no era más que un cúmulo de ideas fantásticas sostenidas en autores prohibidos por la Iglesia. La defensa de los autores clásicos y la promoción de la cen- sura de los libros malévolos que contaminaban con dudas a los lectores fueron los factores que determinaron el título de la obra, pues López de Araujo explica que Púsele a este libro la inscripcion de Centinela , porque el Medico no solamente debe ser Centinela de la salud, y vida de los hombres, sino también de los libros medicos, que salen á luz; porque como inteligen- te en su profession, zeloso está obligado, qual Centinela , á atalayar, si el libro, que se descubre, es amigo, ó enemigo; si viene de paz, ó de guerra; si es util, ó inutil; provechoso al proximo, y á la honra, y gloria de Dios, ó perjudicial á la Religion, y á nuestra Santa Fe. 8 Como respuesta al Centinela , Martín Martínez publicó el segundo tomo de su Medicina escéptica (1725), en cuyos diálogos, además de sa- tirizar los argumentos de López de Araujo y de reafirmar sus argumentos sobre la necesidad de la evidencia empírica en el desarrollo del cono- cimiento, dejaba en claro que el escepticismo médico no tenía relación alguna con la herejía, porque el ser escéptico en medicina no implicaba que se era escéptico también en materia de religión. Un año después, en 1726, salió a la luz el primer tomo del Teatro crí- tico universal de Benito Jerónimo Feijoo, donde el benedictino exponía su parecer sobre el estado de la medicina española. Ahí cuestionaba el beneficio de las sangrías y las purgas para restablecer la salud de los en- fermos, así como el uso de remedios exóticos como el café, el té, la quina o el mercurio, cuya adquisición era bastante provechosa para médicos y boticarios. Califica a la medicina como un arte incierto , considerando que 8 López de Araujo y Ascárraga, Centinela, “Prologo al lector”, sin paginar.
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