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Anel Hernández Sotelo / Doctos dicterios . Controversias escriturales... 57 esenciales cargadas de simbolismo. Combinando estas nociones simbó- licas, el mallorquín obtenía los contenidos de todas las ciencias, método éste que Mauricio Beuchot califica como “una especie de mística del ra- cionalismo”, concedida por revelación divina. 83 Entre otros temas, 84 Flandes utilizó su obra como tribuna apologética a favor de Aristóteles, luego de que Feijoo publicara su parecer sobre el mérito y la fortuna del filósofo y de sus escritos. El benedictino expuso que fueron tres los accidentes que hicieron de Aristóteles una autoridad a la que sólo se le procura sumisión, a saber, (1) “introducirse su Filosofía en Europa, a tiempo que en ella no había otra alguna” porque “en tierra de ciegos quien tiene un ojo es Rey”; (2) “haberse aplicado a ilustrarle el Angélico Doctor Santo Tomás”, de lo que resultó la graciosa recepción que la comunidad eclesiástica hizo de los textos del filósofo; y (3) “contri- buyó sobre todo a la exaltación de Aristóteles […] las invectivas y decla- maciones que contra él hicieron algunos Herejes, especialmente Lutero, al introducir su infeliz y perniciosa reforma”. 85 Sin embargo, el capuchino fue incapaz de responder concretamente a las razones expuestas por Fei- joo (se limitó a escribir que eran insuficientes y ridículas) y, yéndose por la tangente, explicó que el pensamiento de Aristóteles estuvo movido por “la fuerza de la Beatíssima Trinidad, cuyo reflexo obscuramente han per- cibido los Gentiles, sin saber de donde les venia”, 86 argumento con el que Luis de Flandes pretendió demostrar la perfección de los predicamentos del Estagirita. Además, el autor de El antiguo académico ratifica en el segundo tomo la legitimidad del “arte physonomico” de tradición aristotélica, elevado al rango de ciencia desde el siglo XVII . Nuevamente fueron los escritos de Benito Feijoo los que desataron la pluma del capuchino, pues el be- nedictino expuso que eran las señales del alma las que comunicaban las impresiones al cuerpo y no viceversa, como querían los fisonomistas. 87 El capuchino explicó entonces que el cuerpo transmitía inclinaciones morales porque diferentes santos (como Francisco, Basilio y Benito) dis- pusieron que los pretendientes al hábito religioso deberían tener cier- 83 Beuchot, “El Ars Magna”, p. 183. 84 El capuchino respondió en este tomo II a los discursos feijonianos sobre el divorcio entre la historia y la fábula, la existencia del vacío, el quehacer de los alquimistas y las súmulas. No nos detenemos en los pormenores de las polémicas entre el benedictino y el capuchino en estos temas, pues rebasan los objetivos de este artículo. 85 Feijoo y Montenegro, Teatro critico universal , 1730, tomo IV , Discurso 7. 86 Flandes, El antiguo , tomo II , p. 111. 87 Feijoo y Montenegro, Teatro critico universal , 1733, tomo V , Discurso 3.

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