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Anel Hernández Sotelo / Doctos dicterios . Controversias escriturales... 47 religiosidad, hizo “progresos maravillosos en la especulación, y practica de la Alchimia”, vano sería negar que estas facultades las hubiese prac- ticado el venerado Ramón Llull. Pero, continúa fray Miguel de san José, aunque “no tengo por repugnante, é impossibles estas arduas operacio- nes [la transmutación de los metales imperfectos en oro por medio del mercurio filosófico, el semen o la tintura aurífica] siempre dudé mucho de que el V. Raymundo desperdiciasse tanto tiempo, como indica nuestro R. Autor [Luis de Flandes], en el estudio, y penetración de un secreto, que tantos hombres de juicio tienen por vano”. 36 Vemos, pues, que si bien la práctica alquímica de Ramón Llull se cuestionaba pero no se negaba, tan- to el capuchino como el trinitario coincidían en que la física y la medicina antigua debían ser defendidas de los ataques de la escuela moderna y, principalmente, de la crítica retórica de Feijoo. Sin embargo, sorprende que la última aprobación al primer tomo de El antiguo académico esté suscrita por el médico Antonio María Herrero, opositor a cátedra en la Universidad de Huesca y examinador sinodal del Arciprestado de Ager (Aragón), quien en 1738 publicó su Física moderna , 37 en la que critica el dogmatismo aristotélico, aunque también algunas teorías de Martín Martínez. Herrero se presenta como un desapasionado, es decir, un hombre que sin adscribirse a ninguna doctrina dogmática, evalúa el desarrollo de las nuevas ideas médicas frente a las antiguas. Incluso en la década de 1750 entabló una fuerte disputa con Bernardo López de Araujo y Ascárraga (autor del Centine- la ) debido a la muerte (¿por mala praxis?) de Manuel Rodríguez en el Hospital General, donde ambos trabajaban. 38 Herrero aprobó la obra del capuchino manifestando que la polémica entre Luis de Flandes y Benito Jerónimo Feijoo sobre la ciencia médica formaba parte de la dinámica histórica propia del desarrollo cognoscitivo, argumentando que desde los primeros siglos de existencia de la Iglesia, las sectas platónicas y peripatéticas disputaban sobre el entendimiento humano. Confesó ser 36 Flandes, El antiguo , tomo I , “Aprobacion [de] fr. Miguel de San Joseph…”, sin paginar. 37 Herrero, Physica. 38 López de Araujo envió a Manuel Rodríguez a la sala de los tísicos, cuyo encargado era Manuel Herrera. Éste, tras el examen médico, concluyó que Rodríguez padecía de ta- bardillo y no de tisis, por lo que pidió a López que se le ofreciera atención en otra sala. Finalmente el enfermo murió y al realizar la autopsia pública, los médicos determinaron que la causa de la muerte había sido la tisis. Se entabló entonces una disputa que dio como resultado la fama de Araujo y la dimisión de Herrera del Hospital General. Véanse Herrero, Historia ; López de Araujo y Ascárraga, Respuesta y Chinchilla, Anales , tomo III , pp. 51-52.

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