BCCCAP00000000000000000000949

Academia Mexicana de Literatura Moderna - Sociedad Académica de Historiadores Editorial Sagitario 362 fuego, y tan larga, que desde la boca llegaba hasta la tierra, y con sus dientes cruelmente la despedazaba, y dixo: Por aver yo murmurado mucho, or esso, para siempre padeceré estos tormentos‖ 1249 ―Es gran tentación del demonio‖, dice el fraile, la revelación de los secretos porque, si bien es lícito revelar un secreto a quien ha de remediar alguna circunstancia o a quien ―por zelo de justicia‖ deba saberlo, es vicio decirlo a quien no corresponde pues sabiéndolo uno, luego lo saben todos y ―dentro de breve espacio se publica‖. Aquí el enemigo de Dios persuade que, con pretexto de amistad y de confianza de que ―un fulano‖ guardará el secreto, no es pecado revelar las cosas secretas de la gente. Y no sólo es pecado revelar secretos a los amigos sino también a las mujeres, incluso ―no se ha de fiar de la muger propria, aunque sea muy querida, y estimada, y de ella se tenga satisfacción [...] porque la mujer no sabe callar, ni guardar secreto; luego que sabe una cosa la dize, y lo mismo es saberla, que publicarla‖ 1250 teniendo en cuenta que la mujer para el catolicismo es más emoción que razón. La contienda y la porfía se entienden como ―una riña de palabras‖ sobre la veracidad o falsedad de algo, sea de orden teológico, histórico e incluso práctico cuando se discute qué se debe hacer y qué se debe omitir. 1251 Éstas proceden por ―persuasión del demonio‖ , es como ―cosa diabólica‖ el hecho de contender pues dixo San Agustín, que nada es más semejante a los actos de los demonios, como litigar, y porfiar; y assi el porfiado manifiesta, que no es siervo de Dios, sino del demonio; esto es, este vicio es mas proprio de los demonios, porque siendo Angeles perseveraron en su juyzio errado y por no bolver atras de lo que una vez dixeron; cayeron de su feliz estado en el abismo del infierno. 1252 En este sentido, Alamín ve en la contienda a la herejía pues al igual que los libros dejan el espacio interpretativo al lector siendo aquel un espacio peligroso para la conservación del dogma, así la contienda da pie al emisor y al receptor un intercambio de ideas en donde, finalmente, uno puede convencer y convertir a otros. Ejemplo de este peligro latente es la historia que cuenta sobre un estudiante francés que no permitía las correcciones que su maestro hacía en cuanto a la buena interpretación de la doctrina católica y ―con presumpcion diabólica se bolvió contra el Maestro [...] y dejando el habito de su Religion, se hizo herege calvinista, y caudillo de aquella infernal secta‖ 1253 pues es necesario recordar ―que es impossible que dexe de ser engañado por el demonio quien confia en su proprio dictamen, porque viendo en el hombre abierto el portillo de este vicio, entra por él Satanás transfigurado en angel de luz, esto es, proponiendo motivos santos, pero falaces‖ 1254 ―La irrisión es la palabra en que por modo de juego, o burla se dize algun defecto del proximo en que es violado en algo su honor [...] Puede ser por señas, como moviendo la cabeza, y por palabras serias, o ironicas y con risillas falsas [...] es un pecado mortal‖ 1255 porque quien ofende la obra ofende a su creador, es decir, la irrisión es una burla que ofende directamente a Dios. Este pecado se desprende de la falta de caridad para con los prójimos que el demonio siembra en el corazón humano y se debe tener mucho cuidado porque todas estas burlas se limpian ―pagando la ley del talion‖. 1256 Cabe mencionar que Dios en el Antiguo Testamento aplica esta famosísima ley del ―ojo por ojo y diente por diente‖ con los pueblos que lo hacen irritar, sin embargo, en el Nuevo Testamento Jesucristo discrepa de esta enseñanza según Mateo 5, 38-41: ―Habeís oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos‖, entonces, ¿por qué Alamín escribe que ―Dios castiga a los soberbios, que hacen burla de otros, los aflige, y haze que sean despreciados pagando la ley del talion‖ 1257 si se supone que envió a su hijo al mundo para dictaminar las nuevas reglas de la nueva religión? Así pues, Dios y Jesús parecen tener discrepancias dentro del discurso de Alamín. 1249 Ibíd ., pp. 435-436 1250 Ibíd. , pp. 440-441 1251 Ibíd. , p. 443 1252 Ibíd ., p. 444 1253 Ídem. 1254 Ibíd. , p. 446 1255 Ibíd. , p. 447 1256 Ibíd ., p. 448 1257 Ídem .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz