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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 359 e) En los vicios de la lengua El lenguaje y su expresión oral, el habla, son las bases para la convivencia del hombre en sociedad, para la creación de orígenes comunes, para el desarrollo de nuevas técnicas de sobrevivencia y, obviamente, para la cohesión de grupos mediante el desarrollo de mitos que se considerarán de orden divino; nombrar algo es hacerlo existir, no importa si el referente de lo que se nombra es real o imaginario. En este sentido ―¿Puede uno referirse a lo que no existe y nunca existió? [...] La postura típica del requisito de existencia para la referencia es la representada por Searle 1226 , quien establece el axioma de la existencia: ‗todo lo que es referido debe existir‘ ― 1227 Así las cosas, el Génesis 2, 19-20 nos revela la importancia de la palabra oral, la capacidad de ésta de darle existencia a los referentes y la ayuda que esta nominación verbal regala al hombre para entender su mundo: Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a los animales del campo, más para el hombre no encontró una ayuda adecuada. [Por eso fue formada Eva de la costilla de Adán] Siguiendo las ideas aristotélicas que Santo Tomás puso en boga desde el siglo XIII, para los escolásticos ―post-medievales‖, 1228 el signo es una ―cosa‖ que puede manifestarse fonética, gráfica o mentalmente siendo el signo lingüístico un signo de tipo mental que tiene corporeidad mediante las palabras. Estas palabras arrojadas por el proceso mental pueden ser internas o externas, de ahí que el signo lingüístico sea ―una cosa física (especialmente fonética, aunque también gráfica); pero puede hablarse además del signo lingüístico como una cosa mental (imagen o concepto)‖. 1229 Pero es necesario entender que el sonido, el signo lingüístico fonético, no es nada sin el pensamiento, sin la palabra interna, sin la imagen o el concepto de lo que se quiere nombrar y de este modo, las palabras internas o mentales dan lugar a las palabras externas, primero mediante la oralidad y después manifestándolas en la escritura siempre pensando en la convencionalidad del signo lingüístico para obtener significados abstractos de cosas concretas o ficticias. 1230 Entonces, el sentido y la referencia de las oraciones enunciativas o proposiciones sean estas mentales, gráficas o fonéticas pueden ser falsas o verdaderas según la lógica y la semántica de los siglos XVI y XVII pertenecientes a la escuela tomista donde un enunciado ―es comprensible y comunicable [...] por conformidad o disconformidad con el cual la mente hace que el enunciado sea verdadero o falso [pues] la verdad o falsedad resultan de la correspondencia de lo enunciado con la realidad, con el estado de las cosas.‖ 1231 Pero en el caso de la enunciación ficticia, como es el caso de seres ―inexistentes‖ que existen nominalmente, ―es más importante la coherencia que la existencia para tener referencia. Así, puede haber verdades acerca de una cosa que se conceptualiza coherentemente, aunque no exista‖ 1232 Tenemos pues que la escolástica ―post-medieval‖ puede competir con los análisis semióticos actuales de Pierce, Garza Cuarón y demás estudiosos contemporáneos. De ahí que, sobre todo la palabra oral extendida por medio de los sermones eclesiásticos, la prédica y la evangelización, fuese muy estudiada durante los siglos que nos ocupan sobre la misma línea de ―dirigir a las masas‖. Prueba de ello son los libros escritos por el místico español Fray Luis de Granada, en especial su obra titulada Retórica eclesiástica , en la que se dirige al clero predicador para conocer el ―arte de la retórica, de la argumentación, la amplificación, la elocución y la conmoción‖ con la que el predicador debe persuadir a los hombres hacia el camino de la Iglesia Católica tanto a los doctos como a la gente común: Porque la ruda y necia muchedumbre ha de ganarse con largas oraciones –dice Fray Luis-; pues para que ella no sólo sepa y entienda, sino que hago lo que queremos, importa aterrarla y conmoverla, 1226 John Searle, lingüista preocupado en sus obras principalmente la llamada Filosofía del Lenguaje. Una de sus obras más conocidas se titula Actos del habla; ensayo de filosofía del lenguaje , Editorial Cátedra, Colección Teorema, Traducción de Luis Valdés Villanueva, Madrid, 1994. 1227 BEUCHOT, Mauricio, Significado y discurso. La filosofía del lenguaje en algunos escolásticos españoles post-medievales, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filosóficas, 1988, p. 105 1228 Esta expresión la toma Mauricio Beuchot del estudio de Carlo Giacon que desde 1973 distinguía entre la primera, segunda y tercera escolástica, donde la primera escolástica es netamente medieval, la segunda [en la que nos ocupamos aquí] sería la post-medieval o de la época moderna de los siglos XVI y XVII y la tercera quedaría denominada como una neo-escolástica. Beuchot apunta que esta terminología sigue siendo ignorada, asunto que, desde mi punto de vista es preocupante, pues el historiador no puede seguir estudiando una escolástica ―estática‖ que va desde el siglo XII hasta nuestros días, se debe terminar con esta anacronía de conceptos. 1229 M. Beuchot, Op. Cit . p. 27 1230 Ibíd., pp. 27-36 1231 Ibíd. , pp. 93-94 1232 Ibíd., p. 105

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