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Academia Mexicana de Literatura Moderna - Sociedad Académica de Historiadores Editorial Sagitario 352 Porque para esta gran odisea de impedir el aniquilamiento total de todos contra todos el Diablo tiene forzosamente que mentir, puesto que si los perseguidores descubrieran la verdad, es decir, la inocencia de su víctima, no podrían ya descargarse a sus expensas de la violencia que se ha apoderado de ellos. El mecanismo victimario sólo puede funcionar gracias a la ignorancia de quienes hacen que funcione. Se creen poseedores de la verdad, cuando finalmente, son presas de la mentira [...] El Diablo no tiene una naturaleza estable, carece absolutamente se ser. Para darse una apariencia de ser necesita parasitar a las criaturas de Dios. Es todo él mimético, lo que es tanto como decir inexistente. 1168 [...] Y cuando el desorden provocado por Satán resulta demasiado grande, al igual que ocurre con el escándalo, el propio Satán se convierte de alguna manera en su antídoto, pues suscita el apasionamiento mimético y el todos contra uno reconciliador con lo que la calma vuelve a la comunidad. 1169 [...] [Por lo tanto] las comunidades humanas deben a Satán el muy relativo orden de que gozan. 1170 Así pues, el escándalo para Alamín resulta la enfermedad y la cura de los problemas occidentales que vive la sociedad eclesiástica. Porque ―la ira abrevia la vida [...] porque muchos llevados de la ira han reñido, y han quedado muertos, o heridos, a que presto siguió la muerte, y huvieran vivido mas [y porque] la tristeza es compañera de la ira, porque el iracundo se entristeze mucho, y se enfureze, y esto altera mucho los humores, y consume las fuerzas‖, 1171 y propone varios remedios para esta enfermedad. Uno de ellos tiene que ver con las influencias satánicas de los otros contra sí pues escribe que es necesario ―premeditar las injurias, trabajos, o casos adversos que suelen ocurrir, y prevenirse para padecer‖ deseando ―desprecios, y ignominias [...] y assi al olor de la humildad se destierra toda la amargura, y se apaga la ira‖, 1172 recordando que ―los trabajos, daños, y persecuciones, que viene al hombre, son medios, que Dios toma para purificar a sus escogidos, y guiarlos por el camino de su salvacion.‖ 1173 La lujuria es otro de los vicios que apartan del camino recto del Cielo y el autor no se ocupa de definirla sino de caracterizarla. Entendiendo los binomios de los que arriba he apuntado, el fraile escribe: ―Como no es posible servir a dos señores contrarios, assi no se puede contentar a Dios, y a la carne porque son contrarios‖ 1174 porque ―ningun vicio es tan dañoso como el de la luxuria, con este el demonio coxe innumerables almas, no solo de los mundanos, pero tambien de los justos, pues no estan libres de sus amenazas.‖ 1175 Así, la carne es la opositora de Dios, es el demonio mismo y es este vicio el que hace perder más almas para evitar que integren la sociedad celestial. Las causas de la lujuria son varias y, obviamente, todas tienen que ver con la persuasión satánica. Algunos se inclinan por este perverso vicio dadas las cantidades exageradas que ingieren en la comida y bebida porque ―el vientre lleno es la olla del estomago, que levanta vapores, que mueven a torpes deseos; con esto se revela contra la razón, vomitando deseos y pensamientos deshonestos‖; otros beben demasiado vino y aunque ―beberlo no es pecado, y si ay necessidad es virtud como sea moderado y templado; pero a muchos es muy dañoso‖ porque incluso puede fomentar el incesto pues refiere el fraile que una mujer ―que bebió más de lo necesario, y se acostó con un hijo suyo pequeñuelo [...] pecó con él [...] quedando preñada.‖ 1176 Otra causa más de la lujuria ―es la conversación de hombres con mujeres [porque] las palabras de estas, y su hermosura encatan [sic], que su conversación lebanta llamas, y fuego de concupiscencia, con que se abrasan las almas‖. Aquí es donde el demonio aprovecha el fuego que emanan hombre y mujer juntos y ―sopla con tentaciones, y no para hasta que los enciende en tales deseos, y haze pecar‖ y es por eso ―que la muger secular es organo del demonio, y que por él nos habla, como las sirenas con sus dulces, y suaves cantos engañan a los marineros, y les apartan del camino recto [...] Assi la muger con sus dulces, y suaves palabras, como sirena viene a perder a los varones santos.‖ 1177 La cuarta causa de la lujuria es la ociosidad pues de ella ―nazen muchos pensamientos pecaminosos, se multiplican los deseos carnales, hasta que su grandeza rinde a la nave del alma y la haze anegarse en el mar 1168 Ibíd. , p. 64 1169 Ibíd., p. 66 1170 Ibíd., p. 69 1171 F. de Alamín, Op. Cit., p. 340 1172 Ibíd. , p. 343-344 1173 Ibíd. , p. 349 1174 Ibíd. , p. 295 1175 Ibíd., p. 298 1176 Ibíd. , p. 301 1177 Ibíd., p. 302

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