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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 351 callo, por no tener que responder, y con esso quedo muy mal, y mi credito perdido‖; 1162 de ahí que sea necesario el escándalo para que toda la comunidad sepa que el iracundo tiene razón en su estado. En este sentido, René Girard, haciendo una apología al cristianismo como una de las religiones más ―civilizadas‖ para resolver los conflictos sociales recayendo todos en la figura del demonio como método catártico, 1163 escribe sobre el escándalo y su importancia social y cultural dentro de comunidades como la nuestra donde las ―rivalidades miméticas‖, es decir, las rivalidades propias de la naturaleza instintiva del hombre por el deseo y la lucha por obtener el objeto deseado, pueden ser controladas mediante el sacrificio de un integrante de esa sociedad, sea real o imaginario, para evitar la masacre del ―todos contra todos‖. Así, si el escándalo es la manifestación ―menos recta‖ de la ira, el fraile debe buscar la manera ―más recta‖ de controlarlo y esta es la culpabilidad del demonio pues La mejor manera de prevenir la violencia consiste no en prohibir objetos, o incluso el deseo de emulación, como hace el décimo mandamiento, sino en proporcionar a los hombres un modelo que, en lugar de arrastrarlos a as rivalidades miméticas, los proteja de ellas [pues] el hombre es una criatura que ha perdido parte de su instinto animal a cambio de obtener eso que se llama deseo. Saciadas sus necesidades naturales, los hombres desean intensamente, pero sin saber con certeza qué, pues carecen de un instinto que los guíe. No tienen deseo propio. Lo propio del deseo es que no sea propio. Para desear verdaderamente, tenemos que recurrir a los hombres que nos rodean, tenemos que recibir prestados sus deseos. [...] Un préstamo éste que suele hacerse sin que ni el prestamista ni el prestatario se den cuenta de ello. 1164 De esta reflexión se desprende que para el capuchino la más grave manifestación de la ira no sea la semejanza con el demonio que tanto odia a los hombres sino el escándalo porque éste tambalea la organización no sólo monástica sino de toda una comunidad española ya devastada política, social, económica y religiosamente pues los escándalos ―segregan en cantidades crecientes envidia, celos, resentimiento, odio, todas las toxinas más nocivas‖. 1165 Para Girard, desde el punto de vista antropológico, los dos casos de la tradición judeocristiana que han sido utilizados para controlar el escándalo son Jesús y Satán pues en ellos recae ―la transformación de ese todos contra todos que desintegra a las comunidades en un todos contra uno que las reagrupa y reunifica.‖ 1166 En el caso de Satán, el antropólogo parte del pasaje bíblico Marcos 3, 22-30 donde se lee: Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ―Está poseído por Beelzebul‖ y ―por el príncipe de los demonios expulsa los demonios‖. Él llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte: entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno. Es que decían: ―Está poseído por un espíritu inmundo‖ La pregunta es pues ¿cómo puede expulsar el demonio al demonio? El demonio ―siembra los escándalos y recoge las tempestades de las crisis miméticas‖ 1167 lo que significa que Satán siembra la ira, hace que el hombre se asemeje a un monstruo, provoca el escándalo que desenfrenadamente exalta los deseos particulares y privados de cada individuo y, finalmente, la comunidad opta por no dividirse a sí misma sino echar mano del ―chivo expiatorio‖ que es el mismo Satán que exasperó las rivalidades miméticas y convence a la comunidad de que lo acusen a él de este paroxismo. Todo vuelve a la calma y puede entonces conservarse. Así, el demonio no sólo es el acusador de los hombres ante Dios sino el acusado de las obras de los hombres ante los propios hombres. ¡Otra gran ayuda del ―adversario de Dios‖ para el mantenimiento del reinado celestial! 1162 Ibíd. , p. 347 1163 Afirmo que la obra de Girard es una ―apología al cristianismo‖ porque él mismo apunta que ―el presente libro constituye, en última instancia, lo que antes se llamaba una apología del cristianismo. Su autor no oculta ese aspecto apologético, sino que, al contrario, lo reivindica sin vacilación‖ GIRARD, René, Veo a Satán caer como el relámpago , Barcelona, Anagrama, 2002, p. 18 1164 Ibíd. , pp. 32-33 1165 Ibíd., pp. 34-35 1166 Ibíd. , p. 40 1167 Ibíd. , p. 55

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