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Academia Mexicana de Literatura Moderna - Sociedad Académica de Historiadores Editorial Sagitario 346 cercados de ocasiones, y ocupaciones, que esto es solo para lo muy retirados‖. 1122 Recordemos que Félix de Alamín no busca la vida ermitaña y solitaria de los yermos sino la vida ejemplar de la prédica iluminada con la luz de Dios. Alamín ha leído en las Chronicas Capuchinas sobre la astucia del demonio para manipular los discursos sobre la perfección de la vida monástica induciendo a los frailes a martirizarse demasiado o dejar el convento para dedicarse a la contemplación. En el supuesto de que haya sido así, y aunque el fraile no es tan tolerante con sus homónimos pues constantemente habla de la forma en que se debe castigar al cuerpo si comienza a experimentar somnolencia durante la oración, o bien, en la forma en que se ha de castigar a la lengua por blasfemar, vituperar, chismear, irrumpir en pláticas superfluas, etc., el autor de las Falacias alerta a sus lectores sobre las interpretaciones erróneas y tramposas de las que el ―Enemigo‖ se vale y declara que La perfeccion, o vida virtuosa, no consiste en que uno martirize su cuerpo con penitencias, ni en que se vaya a un desierto, ni en que el casado renuncie a su hazienda, sino que pide viva cada uno arreglado a las obligaciones de su estado, y que en él ame a Dios con todo su cora on, y que para esto quite los impedimentos, rindiendo a la ira, sobervia, gula, avaricia, y los demas vicios 1123 Otro método utilizado por el demonio para impedir el castigo del cuerpo y sus pasiones es la idea del Purgatorio. El demonio hace creer a los pecadores ―veniales‖ 1124 que ―las penas del purgatorio son leves‖ por lo que no se debe temer a los trabajos que allí se habrán de realizar ni el tiempo de los castigos. Alamín desmiente esta falacia del demonio diciendo que ―son muy terribles las penas‖ que allí se viven e incluso trae a colación la historia de un religioso que por no inclinar la cabeza en el coro [pecado venial] fue al Purgatorio y experimentó castigos muy dolorosos. 1125 El castigo del pecado venial no está constituido sólo por el acto mismo de pecar sino porque aquel que lo ha cometido no se arrepienta y no lo confiese ante un sacerdote. De ahí que esta sea otra manera de empujar al creyente al error haciendo concluir a su vícitma que la confesión simple salvará a los hombres del Purgatorio. Estos sepan –replica Alamín- que si alguno de estos defectos confesados traxeron a la confession verdadero dolor, y proposito, se los avrá Dios perdonado; pero si de ellos no llevan dolor, ni proposito verdadero, como quieren que se los perdonen? [...] Es que estos dizen: estos pecadillos son leves, y no cuidan de enmendarlos, y como juzgan que alli no ay pecado grave, determinan perseverar en ellos 1126 [porque] cierto es, que quien muere con solo pecados veniales no se condenará; pero el que esta acostumbrado a cometerlos, viene a caer en graves, y aunque muchas vezes tiene remordimientos de conciencia, atropella por ellos. 1127 c) En los pecados capitales Es el Tratado quinto de la obra en el que el fraile puntualiza la naturaleza de los pecados capitales o ―vicios que apartan del camino derecho del Cielo‖: gula, lujuria, avaricia, ira, envidia, pereza, vanagloria y soberbia. Nos damos cuenta que el fraile añade la vanagloria como un vicio capital, sin embargo, a lo largo del texto no especifica de manera determinante las diferencias existentes entre la soberbia y la vanagloria. Felix de Alamín se esmera en cada apartado en definir el vicio del que tratará en las siguientes páginas. Así, la gula ―es un inmoderado deseo, o codicia del alimento, u desordenado apetito de comida, y bebida, queriendo tomarlo fuera de lo que la naturaleza pide para su sustento‖. 1128 La pereza es definida de acuerdo a sus veinte grados que van desde la ociosidad hasta la desperatio . 1129 La ―embidia es odio de la felicidad agena; es dolor, o tristeza del bien ageno [...] es una tristeza desordenada del bien del proximo, en quanto uno juzga, que sobrepuja, y obscurece al suyo‖. 1130 1122 Ibíd., p. 241 1123 Idem. 1124 La diferencia entre pecado ―mortal‖ y ―venial‖ es que con el primero se rompe toda relación con Dios mereciendo pues directamente el castigo del Infierno. Mientras, el segundo aunque también es pecado grave, no rompe totalmente esta relación por lo que las almas tienen la oportunidad de purificar su alma con los trabajos que le serán dados en el Purgatorio. 1125 Ibíd., p. 251 1126 Idem. 1127 Ibíd., p. 252 1128 Ibíd., p. 269 1129 Ibíd. , pp. 362-373 Los grados de la pereza que declara Alamín son: la ociosidad, la distracción, el sueño demasiado, el descuido en perfeccionar las obras, la inconstancia, la tibieza, la indevoción, la tardanza, la indiscreción entendida como ―aceleración imprudente‖, el tedio o la tristeza, , la negligencia, la tardanza en la buena obra, la pusilanimidad, el justificarse con impedimentos para hacer obras buenas, la ignorancia, la omisión, la dilación, la impenitencia, la insensibilidad y la desesperación. 1130 Ibíd., p. 353

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