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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 345 pensamientos del mundo, y traerás a la memoria los muchos pecados que has cometido, y riguroso castigo que merecias, para moverte a penitencia? [...] El considerar esto es oracion. 1115 El demonio también estorba la oración cuando se encarga de hacer pensar a los fieles en las muchas cosas que han de hacer en el trabajo terrenal. Pero la falacia, el engaño o el fraude más duro para quienes son tentados de esta manera es que pierden el tiempo en actividades ociosas y no en las que pretendían, ya sea jugando, en eventos sociales como cenas y bailes. A esto replica nuestro capuchino que se considere cómo en veinticuatro horas del día, aquel pobre empleado de la ociosidad, no puede considerar dos o tres horas del día para la oración, como servicio a su Creador. Además, el demonio engaña cuando sugiere al pensamiento que las ocupaciones que se tienen son precisas, necesarias, siendo en realidad ocupaciones voluntarias que se pueden dejar 1116 , y escribe: Decir, que tienes muchas ocupaciones, no te escusa, sino que te obliga mas a la oracion; pues por esto tienes mas necessidad de ella; porque las ocupaciones, y cuidados ahogan, á el espirtu, y no dexan que produzgan [sic] buenas obras [...] nuestra alma, como es finita 1117 , si se ocupa en muchas ocupaciones no la [sic] queda virtud para atender a su aprovechamiento. 1118 [El subrayado es mío] Un engaño más del demonio para impedir la oración se encuentra en el efecto que causa lo que la sociedad diga y piense del individuo. Dice Alamín que cuando un descarrilado en los senderos divinos pretende tomar la oración, el demonio los acecha con estos pensamientos: Yo he vivido mal hasta aora, mi vida ha sido muy divertida, y aun escandalosa: pues si ahora trato de oracion, esta obrará en mi una vida recogida, y mortificada. Pues viéndome, qué dirán? Qué parecerá? Dirán, que soy un hypocrita, y un santo fingido; algunos me darán chasco, y harán burla de mí, y me pondrán algunos nombres ridículos. 1119 A lo que nuestro capuchino responde que se siga el ejemplo de San Pablo, aquel que perseguía a los cristianos y un día, por milagro, se convirtió y predicaba por todas partes con lo que no sólo consiguió el favor de Dios sino admiración. Y refiere también un caso madrileño que el mismo vio de un joven que al convertirse de la vida desordenada a la oración fue alabado por los que le conocían. Así, concluye que ―es falso el temor sospechado, pues vemos que alcan an tanta honra, que a los hombres causa admiración‖ 1120 ¿No es acaso ésta una invitación a la vanagloria por creer que la conversión además de tejer buenos lazos con Dios, dará honras frente a los otros hombres? En este caso, nuestro fraile actúa cual si fuese un demonio pues está inspirando a la conversión por causar admiración ante los otros. ¿No es verdad que este es un trabajo exclusivo del diablo? Sin embargo, Alamín plantea el caso de aquellos que no ven bien la conversión a la vida en oración y vituperan con burlas y apodos en contra del convertido. Dice de estas personas que ―no merecen el nombre de Christianos, sino de demonios‖ pues imitan a Satanás en estorbar a los hombres para que no ejerciten la virtud, así pues, tienen oficio de demonios y ―toman el castigo de Dios‖. 1121 Estos hombres son entonces instrumentos del Demonio y, al mismo tiempo, Dios es el que lo permite. b) En la mortificación de las pasiones Según San Agustín, el cuerpo sólo es un ―instrumento del alma‖ y no forma parte esencial del hombre pues su esencia está en la dimensión meramente espiritual. Esta teoría fue reproducida por Santo Tomás de Aquino quien añadió además que el alma humana es inmortal y que está compuesta de diferentes grados como son el vegetativo, nutritivo, motriz, intelectual pasivo e intelectual activo. El Santo también señaló que la única función del alma era la virtud que comunica al hombre con la sabiduría. De aquí sigue que el cuerpo es lo contrario del alma: es lo finito, lo mortal, lo accidental, lo corrupto, lo vicioso y, por ende, el teatro perfecto para la actuación de Satanás. En el cuerpo es donde se manifiestan las pasiones, los desenfrenos y la pérdida del camino recto. El castigo al cuerpo produce la virtud en el alma y es por eso que ―para apartar a los hombres del camino seguro de su salvacion, les propone Satanas, que la mortificacion de las pasiones, y el exercicio de las virtudes no es para ellos, porque viven dentro del mundo, 1115 Ibíd., pp. 38-39 1116 Ibíd., pp. 40-42 1117 Santo Tomás de Aquino y la escuela escolástica sostenía que el alma era infinita y, en este sentido, había que temer la condena en el infierno. Seguramente son aseveraciones como éstas las que llevaron algunas obras de Alamín a ser prohibidas por el Santo Oficio. 1118 Ibíd ., p. 42 1119 Ibíd., p. 46 1120 Idem. 1121 Ibíd., pp. 49-50

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