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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 343 comportarse, entre sí y respecto a la sociedad que forman y al poder que en ella manda, de manera tal que se mantenga y potencie la capacidad de autoconservación de tales sociedades, conforme aparecen estructuradas bajo los fuertes principados políticos del momento. En resumen, el Barroco no es sino el conjunto de medios culturales de muy variada clase, reunidos y articulados para operar adecuadamente con los hombres, tal como son entendidos ellos y sus grupos en la época [...] a fin de acertar prácticamente a conducirlos y a mantenerlos integrados en el sistema social. 1102 Para poseer la capacidad de dirigir comportamientos masivos es necesario el conocimiento del hombre como individuo y como ser social. Este acercamiento a la psique humana ha de comenzar, siguiendo a Sócrates, con el conocimiento de sí mismo para después comprender los comportamientos de los demás integrantes de la sociedad. Con dichos conocimientos, las capas ideológicas dominantes en política y religión serán capaces de prevenir el comportamiento de los dominados. 1103 Dentro de este contexto, no es sorprendente encontrar el Examen de ingenios , del médico Juan Huarte de San Juan [1575] y el Libro de la Melancolía de su homónimo Andrés Velásquez [1585]. Ambas obras, aunque con sus importantes escisiones conceptuales de la enfermedad llamada ―melancolía‖, son dos muestras del interés desde finales del siglo XVI por el conocimiento del comportamiento humano que se desarrollará durante todo el Barroco y que trascenderá incluso hasta nuestros días. Y uno de los mayores debates de éstos y otros médicos, incluso en la Nueva España, giraba alrededor de la identificación de las cualidades del cuerpo de un paciente que se diagnosticaba como enfermo del ―humor negro‖ y del cuerpo de otro que se calificaba como ―poseído por el demonio‖. 1104 Sobre esta línea de los comportamientos, las causas y los efectos, actúa el demonio de nuestro fraile capuchino. Porque, aunque pocos sean los ejemplos que presenta de posesión diabólica, son muchos los episodios en los que el demonio, conocedor del dinamismo de la psique humana, se escudriña en ella y así conduce a su víctima al pecado. La persuasión, el acto de hacer creer a otro sin fundamentos sólidos la veracidad del juicio que se plantea, es la herramienta primordial de Satanás. Éste y sus compañeros conocen bien el funcionamiento de la conveniencia y el extremismo de los seres humanos y por eso Unas vezes hazen creer, que lo que es cosa minima, es pecado muy grave, para inquietar, y llenar de escrupulos a las almas. Otras disminuyen tanto las culpas, que siendo pecados muy graves, hazen creer que, son leves, para hazer con esta astucia, que mas fácilmente se caiga en ellas. Otras acometen con continuas tentaciones. Otras se retiran, haziendo que el alma no sienta las perturbaciones, y movimientos para hazer caer en el vicio de la sobervia, haziendo creer a algunos, que ya estan libres de las pasiones, y que han subido a gran perfeccion. Otras los dexan de tentar, para que assegurados con la paz, entre en el cora on la tibieza, y despues vuelven con grande ímpetu, y esfue o; y como cogen a las almas desprevenidas, y descuidadas, con facilidad las hazen caer. 1105 a) En la oración Hemos apuntado que una de las labores más importantes para la comunidad capuchina, incluso en nuestros días, es la oración. No sólo porque orar es ―hablar con Dios‖ sino porque orar es la herramienta primordial que esta congregación, que no ha brillado por sus grandes construcciones ni por sus importantes recursos económicos, ha encontrado para alejar a Satanás. De ahí que la oración haya sido para los frailes menores capuchinos la base de toda prosperidad. Alejados de su monacato primitivo de total contemplación, los frailes decidieron dedicarse a la prédica entre los pobres y los enfermos como buenos seguidores de san Francisco y lo único que podían regalar a aquellos era un bien espiritual, la oración. Este bien espiritual, gestado desde el Medioevo y ensalzado en España con el movimiento místico de Santa Teresa, San Juan, Luis de Granada, Diego de Estrella y Luis de León entre muchos otros desde el siglo XVI 1106 es pues un escenario importantísimo para la aparición del demonio. Ya hemos visto en el capítulo anterior que los frailes menores de los cuáles surge la rama capuchina conocen e incluso clasifican las manifestaciones de los estados espirituales como el ―deliquio místico‖, la ―enfermedad de amor‖, el ―júbilo espiritual‖, el ―rapto‖, etc., a los que se llegan mediante la oración. Ésta tanto como la meditación 1102 J. A. Maravall, Op. Cit., p. 132. 1103 Ibíd. ., p. 132-138 1104 BARTRA Roger, Cultura y Melancolía. Las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro, Barcelona, Anagrama, 2001. 1105 F. de Alamín, Op. Cit ., p. 1 1106 PEERS E. Allison, El misticismo español , Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, S. A., 1947: ABELLÁN, J. L., Historia crítica del pensamiento español, Tomo II: La Edad de Oro, Madrid, Espasa-Calpe S. A., 1979.

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