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Academia Mexicana de Literatura Moderna - Sociedad Académica de Historiadores Editorial Sagitario 342 humana. Comienza escribiendo en el capítulo primero del Tratado primero: ―Que antiguo es el odio de los demonios contra los hombres! Que indignacion tan horrible han concebido contra nosotros! Todo su cuidado es destruirnos‖, 1093 y la razón de este odio es la semejanza de los hombres con Dios, puesto que el hombre es ―imagen‖ de Dios y el Demonio aborrece al creador. 1094 Sin embargo, el autor no nos explica por qué el Diablo odia tanto a Dios que sólo la imagen de él reflejada en los hombres lo empuja a la destrucción. Quizá el fraile no lo sabe pero sí escribe cuándo y cómo comenzó esta lucha en un fragmento bastante singular en donde narra que despues de aver muerto Christo N. S. y triunfado el demonio, Lucifer y sus Ministros hizieron varias juntas, y conciliabulos en el infierno, que duraron casi un año; y en estas conferencias todos los demonios convinieron, en que sembrarian discordias, rencillas, odios, y venganzas; y que para esto moverian con sugestiones impuras, con inclinaciones soberbias, con avaricias, deseos de honra, y dignidades; y que a las almas persuadirian con razones aparentes, contra todas las virtudes, que Christo N. S. avia enseñado. 1095 Este Demonio posee, para Alamín, variantes en su nombre: el autor hace observar al lector que este personaje puede ser llamado adversario ―que es lo mismo que acusador 1096 , contrario‖; podemos llamarlo diablo ―esto es, que es muy astuto, maliciossissimo, muy sabio y muy experimentado; que no es corporal, sino invisible‖. 1097 En el Tratado Quinto retoma el tema y nos dice que también se le llama ―cazador, tentador, engañador, padre de la mentira, Luzifer [sic], serpiente o culebra‖. 1098 Una de las características que define perfectamente a este destructor de la humanidad es su omnipresencia porque el demonio y ―sus secuaces‖ en todo momento y en todo lugar están esperando la oportunidad para destruir a las almas, en el vicio y también en la virtud, en la abundancia y en la carencia, en el éxito y en el fracaso porque No ay instante, ni momento en que cessen de armar lazos contra ellas [las almas]; nunca desisten de buscar ocasiones, para destruirlas; consideran todos los lan es passados, y los futuros, para mejor disponer sus diabolicas redes. Tientan en la abundancia de la hazienda, para hacer caer en muchos vicios; en la pobreza, para no padecerla; en las honras, para perpetuarse en ellas, y alcan ar otras; en los desprecios, para huir de ellos; en los deleytes; en la penitencia; en la templan a en la comida, y bebida; en la loquacidad, y en el silencio [...] Tienta en la libertad, y el la sugeccion; en lo publico, y en lo oculto; en el trabajo, y en la ociosidad [...] 1099 Esta omnipresencia la describe perfectamente con dos palabras latinas: Circuit quarens : el demonio ―busca el círculo, por el qual se entiende su movimiento continuo; porque el movimiento circular es perpetuo; continuamente esta registrando, y examinando por donde podrá acometer al alma [...] Portanse como el cazador que rodea todo el bosque, para hallar la caza‖. 1100 Pero ¿hay forma de detener este eterno retorno del mal que, como el círculo, no tiene principio ni fin? Alamín responde que, igual que al perro ―que esta a la vista de la mesa, que si le dan algo no se aparta de alli, pero si le castigan, no se atreve a entrar‖, así al Demonio si se le castiga con el seguimiento de las virtudes, no podrá atacar a las almas ―y llevarlas consigo al infierno, donde las quiere cruelmente atormentar‖. 1101 La persuasión de Satán y el conocimiento psíquico del hombre El Barroco y, legado de él, el momento de transición ideológica del que nos ocupamos, es un movimiento cultural que se esmera por dictar las directrices del comportamiento humano. En palabras de José Antonio Maravall es una ―cultura dirigida‖: La cultura del Barroco es un instrumento operativo [...] cuyo objeto es actuar sobre unos hombres de los cuales se posee una visión determinada (a la que aquélla debe acondicionarse), a fin de hacerlos 1093 Ibíd., p. 1 1094 Ibíd., p. 3 1095 Ibíd. , p. 6 1096 ―Pues como te atreves, a obrar mal, pues en todas partes está el demonio observando todas tus obras para acusarte delante de Dios?‖ Ibid., p. 224 1097 Ibíd. , p. 2 1098 Ibíd. pp. 224-228 1099 Ibíd., p. 1 1100 Ibíd., p. 2 1101 Ibíd., p. 3

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