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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 325 entre los hijos ilustrissimos, que tiene esta gran Religión de N. P. S. Francisco, sin ninguna controversia en penitencia, en aspereza de vida, en religiosissima Observancia, son con particularidad hijos de los Religiosissimos Padres de la Familia de los Padres Capuchinos, por estar fundados en la mas verdadera, y rigurosa Observancia de la Regla del glorioso Padre san Francisco [...] alabando con esto, quanto es possible la austeridad de su religioso vivir, el menosprecio del mundo, la negacion de si mismos, sus continuos ayunos, sus oraciones sucesivas, sus diciplinas no interpoladas, el rigor de sus penitencias, y otras muchas acciones de puros, y verdaderos religiosos [...] son los hijos verdaderos, e indubitables del glorioso Padre san Francisco, y que descienden dél por verdadera, y nunca interrumpida línea [...] 1027 El traductor a los primeros tres tomos, Francisco Antonio de Madrid, escribe que los ―obreros‖ de Dios, fr. Mateo de Baso [sic] y fr. Luis de Fosambruno [sic] fueron el medio con que Dios se valió para ―poner en el Mundo la reformacion de los Capuchinos, apartandola del gremio de la Observancia, y erigiendola en nueva Congregación‖ y no sólo se refiere a una nueva congregación sino que insistentemente hace referencia a ―mi Religión de los Capuchinos‖ como un intento de demostrar las grandes diferencias que existían entre conventuales, observantes y capuchinos en el seguimiento de la Regla Franciscana. 1028 La historia comienza con el llamado de Dios a San Francisco cuando en tiempos de Inocencio III el seráfico padre sueña que la Iglesia de San Juan de Letrán se caía y ―un varon pobre, y despreciado (este era san Francisco) [...] a la Iglesia sustentava, y preservava de la cayda‖ y poco tiempo después ―oyó aquella voz celestial de Dios. Anda Francisco repara mi casa, que se va a caer‖. 1029 Es después de esta hermosa historia cuando Boverio es capaz de escribir las razones por las que los seguidores de San Francisco están tan divididos y pareciera que en constante lucha siendo que están amarrados por el mismo lazo y apunta: De lo que queda dicho en el capítulo antecedente, se colige con facilidad, qual sea la principal causa de tantas reformaciones, como se ven en la Orden de los Menores (en ninguna otra tan frequentes) todas las vezes que a la disciplina regular de su altissimo modo de vida, amena a peligro considerable [...] De donde naze que siempre que los hijos desta sacra Familia, sucede no corresponder a la perfeccion devida de su instituto, y desviase de las leyes, e imitacion de su Padre Santissimo, luego para conservar la pureza, y vigor de su Regla, y restituirla al antiguo ser, produce una nueva generacion fecunda de todas virtudes, y abundante de Evangelico espiritu, y da a luz unos nuevo hijos, mas divinos, que humanos, que no solo preservan del riesgo, sino tambien ilustran con mayor, y mas estendidos rayos de santidad. 1030 Así pues, las Chronicas capuchinas legitiman a la Orden desde el aspecto eclesiástico pero también desde los fundamentos propios de su reforma magnificando a la Orden como la más santa y perfecta que está constituida no por humanos comunes sino por personas ―divinas‖ dentro de la forma más excelente de vida para los ojos de Dios. Pero sabemos que todo extremo tiene su opuesto. Si estos capuchinos son ―una nueva generación de todas las virtudes‖ significa que del otro lado del campo de batalla está también ―una nueva generación de todos los vicios‖ que éstos han de vencer para poder decirse los ―hijos más divinos de Dios‖. En este sentido, la dicotomía virtud-vicio nos lleva al plano religioso correlativo que sería Dios-Demonio, recordando que sin el uno el otro es inexistente y que el uno le da validez al otro. El Demonio tiene un papel fundamental en las Chronicas no sólo porque así ya lo ha dictado la Iglesia desde muchos siglos atrás, sino porque el Demonio es la causa misma de esta reforma de los franciscanos observantes. Él es quien siembra en las comunidades religiosas la ambición, la adherencia a los placeres mundanos, la creencia en una virtuosidad inexistente, la rebeldía y la ceguedad para no caminar derecho por los senderos de Dios. Boverio lo explica de este modo: En nada se ocupan los malignos espiritus, sino en alentar incessantemente venenosas iras, y furias; nada rebuelven en el animo, sino el fin de la Religion; no ay dificultad que no emprendan, no ay imposible que no faciliten para efeto [sic] de arrancar, si pudiesen, la celestial semilla de los Menores, cuya eficacia, y virtud divina, sienten que les quita el Imperio de los hombres, y de sus almas [...] Que sangrientas uñas, me digan, no ha aguzado Satanás, serpiente cruel, contra la Religion insigne de los 1027 Z. Boverio, Idem. 1028 Z. Boverio de Salucio, Idem. 1029 Ibíd. , p. 8 1030 Ibíd. , p. 11
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