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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 323 conventuales, como su mismo nombre lo indica, eran partidarios de la vida monástica donde ―no era ilícito el derecho de propiedad, [y] vivían con mayor o menor holgura de sus rentas‖ 1017 , es decir, vivían de las capellanías u obras pías de los fieles 1018 y por la misma razón, solían contar con el apoyo de ―los grandes que habían enriquecido su casa o convertido su iglesia en panteón de familia‖. 1019 Por su parte, los franciscanos de la estricta observancia eran fieles a la regla de pobreza y se caracterizaban por generar mayor devoción pública entre la feligresía. Sus casas eran insuficientes para el gran número de seguidores que pretendían formar parte de la Orden. Por este apego a la Regla, los observantes se decían verdaderos descendientes de San Francisco de Asís. Al mismo tiempo que el franciscanismo se extendía, la lucha entre estas dos facciones se hacía cada vez más fuerte. Incluso en España a finales del siglo XV el Cardenal Jiménez de Cisneros con el apoyo de los Reyes Católicos y de una Bula Papal quiso terminar con estas divisiones apoyando la observancia y tratando de desmembrar a la facción de los conventuales, tarea dificilísima por la gran relación de abogacía entre éstos últimos y Roma. Finalmente triunfó la observancia española, cosa que se reflejó en los primeros 12 evangelizadores franciscanos que vieron el Nuevo Mundo. c) Mateo de Bassi y la reforma de los observantes La facción de los observantes parecía favorita en todo lugar donde se conocía la vida y obra de San Francisco de Asís y tenían su jurisdicción sobre todo en la región de Umbría. 1020 A la vista de Mateo de Bascio [para otros, Mateo de Bassi o Mateo de Baso], observante franciscano, los principios del seráfico Padre de Asís estaban corrompiéndose a la manera de los convetuales. Corría el siglo XIV y, de acuerdo con sus reflexiones, decidió volver al eremitismo de los orígenes, deseoso de mayor perfección y soledad. Cuenta la historia española que Mateo de Bassi: Dominado por este pensamiento, que no le abandonaba nunca, mayormente cuando oraba con más fervor, apareciósele un día el seráfico padre san Francisco, y le significó era voluntad de Dios que se observase la regla con la mayor perfección. Levantóse al instante y vistióse una túnica angosta y raída, con capucho en forma puntiaguda, imaginando ver en sí a san Francisco quien, decía, habiásele aparecido en aquella forma 1021 El mismo Mateo se dirigió a Roma para pedir aprobación papal al nuevo género de vida ascético. En 1525 el Papa Clemente VII le concedió ―la facultad de vestir de aquella manera y practicar la pobreza con el severo espíritu del santo fundador‖. 1022 A esta empresa se unieron los hermanos Luis [en otras fuentes Ludovico] y Rafael de Fossombrone, sacerdote el primero y lego 1023 el segundo, de la familia de los frailes menores observantes. Pero no fue sino hasta 1528 cuando el Papa les otorgó autonomía como una nueva orden con la condición de que conservaran la sumisión nominal de los franciscanos conventuales dado que, hasta entonces, habían pertenecido a la familia de los observantes e incluso dependido de ella. En 1619, Paulo V los eximió de toda dependencia a los conventuales y elevó a su vicario general a ministro general. Al principio de esta reforma, los nuevos ascetas fueron perseguidos incluso por los observantes quienes encarcelaron al padre de Mateo Bassi y hablaron mal de los Fossombrone para que fueran expulsados de todas partes. Varios de los vicarios decidieron abandonar la orden por la honda crisis en que pasaba la congregación puesto que los observantes incluso les negaban el derecho de llamarse ―hijos de san Francisco‖ hasta que en 1627 Urbano VIII los declaró descendientes del santo en línea directa y herederos de su espíritu, declaración confirmada por Clemente XII el 14 de mayo de 1735. Guardando la regla de san Francisco, estos nuevos ermitaños debían usar la barba y el hábito con el capucho piramidal –de aquí el nombre de Capuchinos- y predicar al pueblo la pobreza material y la riqueza espiritual. El nombre oficial de la nueva orden fue desde la época de Clemente VII ―frailes menores ermitaños‖. Después y hasta 1535 se les llamó ―frailes de la orden de san Francisco, encapuchados‖ y en un documento 1017 BATAILLON, Marcel, Erasmo y España, México, FCE, 1996, p. 5 1018 Se entiende por ―capellanías‖ al dinero o bienes que deja un testamentario como herencia a un capellán para que se rece y se hagan misas en su nombre o en el de algún conocido o familiar. Las ―obras pías‖, en cambio, son las donaciones que da la clase adinerada a la Orden para la construcción de templos, ermitas, santuarios, etc. 1019 M. Bataillon, Idem. 1020 Región administrativa de Italia central con capital en Perugia. 1021 Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Espasa-Calpe, Madrid, 1911, Tomo 11, p. 607 1022 Ibíd., p. 608 1023 Lego: religioso que no ha recibido las órdenes clericales.

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