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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 321 Thesoro de beneficios escondidos en el credo...: dividese en tres tratados...en el primero se proponen las grandes excelencias de la religion... en el segundo se contiene la explicacion del Credo y se declara su doctrina... en el tercero se trata de los malos christianos y hereges ..., Madrid, 1727. Eternidad de diversas Eternidades de Glorias, a los Justos en el Cielo, y de tormentos en el Infierno al Pecador, propuestas en Compendio por quanto muchos hazen falsas Confesiones, por falta del verdadero arrepentimiento, y proposito eficaz...: por esso, de mi Libro Felicidad Natural, y Sobrenatural del Hombre, he sacado los dos Compendios de las Eternidades diversas de la Gloria de el Cielo, y las del Infierno , Madrid. Sólo se conoce esta reimpresión póstuma. Así pues Fray Felix de Alamín vivió aproximadamente 90 años, cosa que para la época resulta muy inusual y por lo menos 34 años estuvo dedicado a la escritura, reescritura y compilación de varias obras a su nombre de una manera muy constante. Además, si hemos de creer en la manera en que firma sus libros, en sus años de madurez trabajó también como predicador y misionero de la orden. Por otro lado, si suponemos que el autor murió en 1727, está claro pues que su obra siguió reimprimiéndose hasta por lo menos 1760, lo que nos indica que el capuchino gozaba de los medios para esta gran producción de libros lo que le permitió darse a conocer en España y en el mundo iberoamericano, incluso después de su muerte. Es interesante retomar el panorama general dibujado anteriormente para entender que el fraile, como buen heredero del misticismo español del Siglo de Oro, intenta permanecer en la línea de la meditación, la observación y la contemplación. Sin embargo, las tensiones político-religiosas de la época con el movimiento molinosista lo obligar a disfrazar, si lo queremos así llamar, su postura a favor de la tradición mística como resultado de las represalias sufridas en su reedición de l695 cuando ―los errores de Molinos‖ aún sugerían una herida ensangrentada para la religión católica. El perfil que tenemos de nuestro buen predicador, legado de los títulos y temas de su obra, es el de un hombre en busca de la rigurosa observancia de la Ley de Dios pero no de una forma tan dogmática y abstracta (como es usual en algunos teólogos) sino llevando la vida real, la vida cotidiana, a los terrenos de la comunicación con Dios. Alamín se pregunta entonces: ¿cómo contemplar a Dios?, ¿cómo llevar una confesión honesta y rigurosa que expele realmente los pecados?, ¿cómo es la felicidad que Dios tiene para sus súbditos en el Cielo y cómo serán los tormentos en el infierno?, ¿cuáles son las obligaciones del verdadero sacerdote?, ¿de qué manera se logra la observación íntegra de los mandamientos de Dios para luchar con los herejes del Talmud judío?, ¿quién es el demonio y cómo actúa para apartarnos del Cielo?... Definitivamente, la obra de Alamín es una exhortación a la vida espiritual que va dirigida exclusivamente a los frailes con el fin de que sean capaces de predicar los principios divinos asentados por San Francisco durante el siglo XIII en la época en que vive y defender estos principios de las controversias sobre la religión que abruman al Barroco español. La pretensión es pues que esta forma de vida ―perfecta‖ salga de este círculo selecto de capuchinos y se escudriñe en la mente del pueblo común mediante otra de las labores fundamentales de la Orden: la prédica. Pero, ¿quiénes son los capuchinos y de dónde heredan este tradicionalismo férreo a pesar de que los cimientos de la Ilustración se están construyendo con movimientos como el de los ―novatores‖? El entorno capuchino y el diablo girando a su alrededor a) San Francisco de Asís y los frailes menores Nacido en 1182 en la ciudad de Asís al centro de Italia, Giovanni Francesco Bernardone fue un joven dedicado a la vida mundana cobijado por una familia acaudalada de la región. Sin embargo, después de una batalla entre las ciudades italianas de Asís y Perugia, Francisco fue encarcelado durante un año en esta última ciudad. Mientras estuvo prisionero sufrió una grave enfermedad que le hizo reflexionar, y decidió cambiar su forma de vida. En 1205, al regresar a su ciudad natal, realizó obras de caridad entre los leprosos y comenzó a trabajar en la restauración de iglesias en ruinas, en respuesta, según se dice, a una visión en la que el crucifijo de la iglesia de San Damián en Asís le pedía que reparara su casa. El cambio de vida de Francisco y sus gastos en obras de caridad enfurecieron a su padre, que le desheredó legalmente. Francisco renunció a sus lujosas ropas a cambio de una humilde túnica y dedicó los tres años siguientes al cuidado de los leprosos y de los proscritos en los bosques del monte Subasio. Para sus oraciones, Francisco restauró la ruinosa capilla de Santa María de

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