BCCCAP00000000000000000000949

Academia Mexicana de Literatura Moderna - Sociedad Académica de Historiadores Editorial Sagitario 310 se vio obligado incluso a importar cereales de la Europa septentrional y oriental, entre muchos otros datos que muestran al imperio de cartón que no podía soportar más de cien años de irregularidades económicas. El rey Felipe III no parecía muy preocupado por la situación pues aunque era bondadoso, débil, frívolo y piadoso, vivió entregado a su favorito, y solamente se nos manifiesta su voluntad, en forma caprichosa y desordenada, en asuntos que afectaban a su amor propio o a su devoción. Distraía su tiempo en la caza, en los teatros y bailes y en el juego. Observando su retrato, no obstante la adulación de los pintores de corte, se puede sospechar su estulticia, lo que no debe chocar, dado el parentesco de sus progenitores y las taras de la familia. 959 El suceso de mayor resonancia en el reinado de Felipe III fue la expulsión de los moriscos, moros bautizados que terminada la Reconquista se quedaron en España, en 1609 acusándolos de ―malos cristianos‖ y de estar en contacto con los musulmanes. Este fue otro de los errores económicos pues con esta expulsión, mucha de la riqueza y de la mano de obra que sostenía a España desapareció. Fue durante esta gran crisis donde comienza ―el Siglo de Oro‖ español como una expresión artística y literaria de la ―desilusión nacional‖ cuyo ambiente era el desengaño. Felipe IV, sucesor de Felipe III, reinó de 1621 a 1665, presenciando el desmoronamiento de aquel gran imperio iniciado por los Reyes Católicos, envuelto en diversiones, comedias, bailes y vinos. Estas aficiones lo llevaron a delegar todo el poder al conde-duque de Olivares, don Gaspar Guzmán, quien ―acumuló grandes rentas y repartió las sinecuras entre sus familiares‖ 960 dentro de una España burocratizada en donde las clases altas favorecían a artistas y escritores enorgulleciéndose de su mecenazgo a pesar de la deprimente situación del imperio. 961 A este Felipe IV le siguió Carlos II, ―el hechizado‖, que subió al trono a los cuatro años de edad siendo ―un niño enteco, pálido y de rubios cabellos descoloridos, y se nos presenta triste y enfermizo, siempre vestido de negro‖ que a los nueve años no sabía ni leer ni escribir y que poseía rasgos degenerativos como ―su hidrocefalia, su labio colgante y su prognatismo acentuado.‖ 962 Su reinado lo ejercieron sus ministros y sacerdotes mientras que a su muerte y después de dos matrimonios, no dejó heredero con lo que el trono pasó a manos de Felipe de Anjou en 1700, nieto de su hermana María Teresa y de Luis XIV de Francia, quien recibió a los diecisiete años el nombre de Felipe V y con él la Casa Reinante de los Borbones haría su aparición en la historia española dejando atrás el esplendor y la decadencia de los Austrias. A pesar de que el cambio administrativo no dio frutos concretos de una ―nueva‖ España capaz de prolongar su nombre como potencia algunos años más con el reinado de Felipe V [1702-1746] la influencia francesa comienza a abrirse camino en España y encuentra su mejor momento hasta el ascenso de Carlos III de Borbón (después del reinado de Fernando VI) durante la segunda mitad del siglo XVIII con su política del ―despotismo ilustrado‖ muriendo en el año de1788. “Autoconservarse o morir”: El arma política construida desde el Barroco La cultura del Barroco está inserta en un momento de desmoronamiento político español, y europeo en general, que intenta ―a capa y espada‖ reproducir las costumbres palaciegas y monárquicas dentro de un sistema administrativo débil que durante los últimos años del siglo XVI y su extensión hasta el XVII y XVIII decae tras bambalinas de la gran puesta en escena que los reyes españoles habían estado evitando desde 1492. Estamos pues frente a una sociedad desengañada, amenazada y temerosa que después de sentirse ―el pueblo elegido por Dios para evangelizar al mundo‖ ahora no es más que un pueblo de añoranzas al pasado caballeresco, de batallas, triunfos, tierras, riquezas y fe. Ya que los monarcas absolutistas españoles dieron cuenta de esta crisis que ponía en peligro su estatus social, convenía pues dirigir a sus súbditos hacia la ―autoconservación‖ de la sociedad para que ésta no fuera un factor más del debilitamiento de su poder. Así, el Barroco como época histórica con referentes sociales y políticos, ―no es sino el conjunto de medios culturales de muy variada clase, reunidos y articulados para operar adecuadamente con los hombres, tal como son entendidos ellos y sus grupos [...] a fin de acertar prácticamente a conducirlos y mantenerlos integrados en el sistema social‖. 963 959 TERRERO, J. y J. Reglá , Historia de España , Barcelona, Óptima, 2002, p. 171. Felipe III fue hijo de Felipe II y de su sobrina Ana de Austria, de ahí que el texto aluda a ―taras de la familia‖ 960 Ibíd. , p. 175 961 J. H. Elliott, Op. Cit., 1972, p. 347 962 J. Terrero , Op. Cit ., p. 180 963 J. A. Maravall, Op. Cit ., p. 132

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz