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Enciclopedia del Trabajo Historiográfico Iberoamericano Tomo I Editorial Sagitario 307 El espacio de la antropología es necesariamente histórico porque es precisamente un espacio empleado por grupos humanos, dichos de otra manera, un espacio simbolizado. Esta simbolización, que es de hecho de todas las sociedades humanas, apunta a volverse legible a todos aquellos que frecuentan el mismo espacio, un cierto número de esquemas organizadores, de señales ideológicas es intelectuales que ordenan lo social. Estos tres temas principales son la identidad, la relación, y precisamente, la historia [...] Se trata entonces menos de una síntesis que de una complementariedad entre dos modos distintos de aproximación puestos al servicio de un mismo objeto: la captura de una sociedad en su devenir y su presente [...]. 945 Desde esta perspectiva, el estudio de la obra del fraile capuchino Félix de Alamín se puede leer como un ejemplo de las transiciones ideológicas que sufrió la sociedad española a fines del XVII y principios del XVIII dentro de un ambiente liminal entre el Barroco y la Ilustración españoles y entre los debates religiosos en donde la figura de Satán se observa tanto con reminiscencias medievales como con nuevos matices de la cultura de masas que la política barroca utilizó para refuncionalizar esta representación imaginaria en el contexto de la crisis post-renacentista. 946 De este modo es posible pensar que el libro de las Falacias del demonio , tanto por su estructura física como por su estructura discursiva, fue un libro de prédica para otros frailes capuchinos letrados que se dedicaron a recorrer lugares manifestando el mensaje de Dios y las formas en que el demonio se apodera de los hombres en una época que no produjo estilos diferentes en el arte y la escritura por mera casualidad, sino por el desconcierto que causó la mirada de una Europa erosionada desde el siglo XV con reformas religiosas que se enfrentaba a la entrada de un pensamiento diferente traído desde Francia por los Borbones durante el siglo XVIII. Así el libro que nos ocupa será considerado como un producto de lo que José Luis Abellán ha llamado ―el proceso de la decadencia del barroco en España‖. 947 Intentaremos establecer las continuidades y discontinuidades del discurso sobre el demonio que maneja el autor como reflejo su época y estudiar a nuestro personaje, el demonio, no como un ser aislado de las posturas económicas, sociales, políticas y culturales de una época sino como un ente en permanente movimiento de acuerdo con las estructuras interconectadas desde la España del Siglo de Oro que fundamentará las bases de la mística y las nuevas formas de religiosidad española hasta los primeros años del siglo XVIII. Considero necesarias algunas aclaraciones sobre la estructura y el discurso que manejamos en esta investigación. En primer lugar, cuando se aluda al contexto político y religioso de la España en que vivió Fray Felix de Alamín, se debe tener claro que resulta difícil considerar al autor dentro del Barroco mismo que la historia ha esquematizado, me refiero a que en muchas ocasiones mencionaré el tema del Barroco en donde la idea clásica de éste como un movimiento de exacerbación y originalidad es cuestionada no porque la obra del fraile pueda considerarse netamente barroca [la vida de Alamín corrió entre la segunda parte del siglo XVII y la primera del XVIII] sino comprendiendo que, si bien historiadores como Fernando de la Flor, José Antonio Maravall y José Luis Abellan 948 ubican al Barroco desde 1600 hasta 1680 como concepto de época, en el sentido religioso encontramos propuestas como la de Melquíades Andrés quien escribe sobre la ―Edad de Oro‖ española que se extiende desde el despertar de la mística [1485] hasta la publicación de la Enciclopedia de José del Espíritu Santo [1720] incluso alargando la fecha treinta años más [1750] calificando las obras religiosas escritas desde 1645 hasta 1750 como de ―racionalización y declive‖ del Barroco español que serán el ambiente perfecto para la entrada de las ideas ilustradas en la segunda parte del siglo XVIII. 949 Así, es posible clasificar al fraile y su obra dentro del Barroco decadente que de ninguna manera se quiere alejar de los místicos clásicos del Siglo de Oro español pero que la temporalidad de su transición hace que dicho contexto influya en la obra producida. En segundo lugar, la vida del fraile es, hasta donde nuestra investigación nos permitió llegar, muy poco conocida. De las obras consultadas para este trabajo, son sólo dos autores los que lo mencionan en sus investigaciones: Maria Concepción Lugo Olín en su libro titulado Una literatura para salvar el alma , 950 el estudio antes citado de Melquíades Andrés y algunas obras históricas del padre capuchino Buenaventura de 945 AUGÉ, Marc, ―El espacio histórico de la antropología y el tiempo antropológico de la historia‖ en Revista Cuicuilco , México, ENAH-INAH, Nueva época Vol. 1, No. 1, mayo-agosto, 1994, pp. 15 y 22. 946 MARAVALL, José Antonio, La cultura del Barroco , Barcelona, Ariel, 1983. 947 ABELLAN, José Luis, Historia Crítica del pensamiento español , Tomo III: Del Barroco a la Ilustración (siglos XVII y XVIII), Madrid, Espasa-Calpe, S. A., 1988. 948 DE LA FLOR, Fernando, Barroco: representación e ideología en el mundo hispánico (1580-1680) , Madrid, Cátedra, 2002; J. A. Maravall, Op. Cit.; J. L. Abellán, Op, Cit. 949 ANDRÉS, Melquíades, Historia de la mística de la Edad de oro en España y en América , Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1994. 950 LUGO Olín, Concepción, Una literatura para salvar el alma. Nacimiento y ocaso del género 1600-1760, México, INAH, 2002.

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