BCCCAP00000000000000000000949

Academia Mexicana de Literatura Moderna - Sociedad Académica de Historiadores Editorial Sagitario 306 pueden observar dentro de la obra del capuchino Fray Felix de Alamín intitulada Falacias del demonio y de los vicios que apartan del Camino Real del Cielo, en que se descubren muchos engaños del demonio, con que oculta los caminos verdaderos, y propone los falsos, y sus remedios generales y particulares. De nuevo se han añadido las consideraciones de los novissimos, y de la Passion del Salvador, los vicios de la lengua, y las virtudes principales en que consiste la perfeccion christiana comun a todos, y aun los vicios aora van mucho mas declarados. Preserva contra los errores de Molinos. Preserva de enfermedades, y enseña el modo de alargar la vida según el modo natural. Es obra utilissima para quien desea conocer los engaños de Satanás, y librarse de sus lazos, como lo declara el Prologo reimpresa en Madrid en 1714 como un ejemplo de la producción cultural barroca española, que alcanzó con un último suspiro los primeros años del siglo XVIII, en donde las coyunturas políticas y sociales y la historia de la larga duración que produjo la decadencia de aquel imperio español, generaron un cambio imprescindible en la forma de percibir a este ―enemigo de Dios‖. El escenario de este episodio de la historia humana será, pues, la España que transita entre el periodo llamado Barroco y los principios de la Ilustración [fines del XVII y principios del XVIII], la ambientación estará a cargo de Fray Félix de Alamín, capuchino férreo a la pluma y a la tinta, y el personaje principal será el diablo que dibuja este ambientador, sin dejar de lado todos los precedentes de los siglos XVI y XVII que serán esenciales para comprender el contexto de la obra y de su autor. He apuntado que el personaje principal es el diablo y se podría argumentar que en las últimas décadas los estudios sobre el tema son numerosos, sin embargo, la propuesta del presente estudio no se limita ni a la iconografía, ni a los discursos, ni a los casos inquisitoriales sino que mi pretensión es llevar a cabo un acercamiento a esta figura, pilar de la mentalidad occidental, desde su lugar de producción y desde las manifestaciones culturales y sociales alrededor de esta re-creación transitoria barroca-ilustrada del demonio capuchino español por medio de la historia cultural definida como un intento de ―investigar su cosmología [de la sociedad estudiada], mostrar cómo la gente organiza la realidad en su mente y cómo la expresa en su conducta‖ 941 en donde es necesario comprender que ―los otros no piensan como nosotros [y] si deseamos comprender su pensamiento debemos tener presente la otredad‖. 942 Esta idea ha sido retomada y ampliada por estudiosos como Roger Chartier quien apunta que la historia cultural: Por una parte, considera al individuo, no en la libertad supuesta de su yo propio y separado, sino en su inscripción en el seno de las dependencias recíprocas que constituyen las configuraciones sociales a las que él pertenece. Por otra parte, la historia cultural coloca en lugar central la cuestión de la articulación de las obras, representaciones y prácticas con las divisiones del mundo social que, a la vez, son incorporadas y producidas por los pensamientos y las conductas. Por fin, ella apunta, no a autonomizar lo político, sino a comprender cómo, toda trasformación en las formas de organización y ejercicio del poder, supone un equilibrio de tensiones específicas entre los grupos sociales al mismo tiempo que modela unos lazos de interdependencia particulares, una estructura de la personalidad original. 943 Sobre la misma línea, escribe Jean Fran ois Sirinelli que La historia cultural es la que se asigna el estudio de las formas de representación del mundo dentro de un grupo humano cuya naturaleza puede variar –nacional o regional, social o política-, y que analiza la gestación, la expresión y la transmisión. ¿Cómo representan y se representan los grupos humanos el mundo que los rodea? Un mundo figurado o sublimado –por las artes plásticas o la literatura-, pero también en un mundo codificado –los valores, el lugar del trabajo y del esparcimiento, la relación con los otros-, contorneado –el divertimento-, pensado –por las grandes construcciones intelectuales-, explicado –por la ciencia-,y parcialmente dominado –por las técnicas-, dotado de un sentido –por las creencias y los sistemas religiosos o profanos, incluso los mitos-, un mundo legado, finalmente, por las transmisiones debidas al medio, a la educación, a la instrucción. 944 En este sentido, la historia cultural es una manera de antropologizar la historia o de historiar la antropología a pesar de que en sus inicios la antropología clásica se definió esencialmente a-histórica como producto del estudio de las sociedades alejadas en un mismo tiempo pero en diferente espacio pues 941 DARNTON, Robert, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, México, FCE, 2004, p. 11. 942 Ibíd., p. 12 943 CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa, 1999, p. X 944 RIOUX, Jean Pierre y Jean-Fran ois Sirinelli (comp.), Para una historia cultural, México, Taurus, 1999, p. 21

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz