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93 PRACTICA De sentimientos. Para el día 3. 0 Aquello que en la hora y punto de la muerte más podrá afligirme, será la vista de mis pecados; pero yo, desde ahora para entonces los recojo todos en un haz, o manojo, y los arrojo en las llagas de Jesucristo, para que con el fuego de su misericordia los consuma: y cuanto más enormes son, tanto más gustoso se los ofrezco y presento, porque todavía son objetos más dignos de su divina misericordia. Es engaño el desear una dilatada vida, no debiendo desearse vivir,. ni aun un momento más de aquello que quiere Dios. Sin embargo es cierto que la deseo larga; • y mi amor propio me encubre el engaño de querer vivir dilatados años, para poder hacer penitencia, y merecer el Paraíso con un largo ejercicio de buenas obras. Pero este engaño se me hace manifiesto, así porque prácticamente veo que al fin de cada día acre– ciento más y más mis imperfecciones y deméritos, como también, porque haciendo yo todo el bien que hiciere, sólo la misericordia de Dios es la que al fin ha de sal– varme (1), (r) El deseo de vivir y el deseo de morir pueden ser laudables o vituperables según el móvil ,que, los excite. Aun– que es cierto que el alma en grada de Dios cada día au– menta los méritos, también cada· día puede aumentar por negligencias el 1t1úmero de los pecados veniales y sus deudas correspondientes. La persona que siempre u ordinariamente está en gracia de Dios; viviendo en este mundo siempre

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