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79 desdicha has llegado a mezclarte en tales afanes para sostener ese espíritu. Espíritu del malo es éste Míralo bien en las circunstancias y consecuencias y lo hallarás perniciosísímo para tu salvación eterna. Trabaja; ruega y no ceses de orar para que los de tu país se salven, y así tu celo será bien recto y bien ordenado. MAXIMA Sobre no tener apego a las vanidades. En el Bautismo hemos renunciado el mundo, sin saber lo que era el mundo. Y después de conocidas a la luz de la razón y de la fe las peligrosas vanidades de él, hemos renovado con toda madurez esta renuncia en la profesión religiosa. ¿Qué miseria, por tanto, después de haber vuelto con ojos indignados las espaldas al mun– do grande despreciando riquezas, honores y placeres, forjarnos ahora un mundo pequeño de vanos afectos en el corazón? Hemos tenido valor y osadía de bogar con– tra las tempestades del siglo, retirándonos a la Religión como a un puerto seguro; ¿cómo, pues, rehusando morir en alta mar, ahora mezquinamente nos contentamos con ahogarnos en un vaso de agua? Si una vez tuvimos fuerzas para despedazar las cadenas, ¿qué quiere decir no tener ahora vigor para romper estos hilos? O que en la Religión se ha cegado nuestra mente, o que se ha depravado nuestra voluntad. Es bien ordinario el decir que los seglares son ciegos en el apego de tantas vani– dades, cuales son la acumulación de riquezas, la pompa de los vestidos, la magnificencia de los palacios, la

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