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68 y ten siempre escrúpulo de to.do aquello que a esta vir– tud se opone, examinándote lo primero, si desprecias el aprender de otros, no agradeciendo cuando alguno te enseña; si delante de otros haces el maestro, o el doctor, mostrando saber más que ellos; si te aflige el estar pospuesto a quien es tu inferior; si recibiendo cortesías de los seglares, juzgas que aque!las honras las hacen más a tu persona que. al santo hábito; si en el decir tu razón y parecer, te empeñas en sustentarlo con arrogancia; si tal vez cedes a la opinión de otros, pero de tal modo, que muestres hacer desprecio, o afrentarte; si te comparas con otro, juzgándote mejor, por algún don de naturaleza o de gracia; si haces del singular, por diferenciarte de los demás; si cuando recibes algún disgusto, esperas que el otro sea el pri– mero que se humille, en vez de. prevenirle con la ex– cusa de haberle dado ocasión. La Religión es una escuela de humildad; pero en esta escuela ¿qué has aprendido en tantos años? Examínate lo segundo, y tal vez te· hallarás tan lejos de poseer esta humildad, que antes bien puede ser la desprecies en quien la posee, burlándote de los humildes como si fuesen pobres infelices, estimando en más a los que tienen más ardimiento, para sustentar y hacer que valga su razón. ¿Procuras hacerte necesario en tu oficio, arte o habilidad, para que se vea la necesidad que se tiene de ti? ¿Eres acostumbrado a manifestarte a ti mismo en cualquiera ocasión, como si en la Orden fueses un gran qué, y todos debiesen aprender de tu ejemplo? ¿Te desagrada y tienes amargura de que no sea conocido tu talento, reputándote como perseguido

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