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necesidad: en las salidas se traban las amistades y se tiene placer en respirar el aire mundano, y se acaba con que en el porte. en las costumbres, dentro y fuera del convento se tiene más de seglar, que de Reli– gioso (1). Ahora vuelve a decir: ¿qué mal en esto? Pero ¿qué remedio? Encomiéndate al Señor: pon en Dios tu confianza: concibe aborrecimiento a ·esa tu pasión, como que pone en peligro tu salvación eterna: esfuérzate en mortificarla con actos contrarios y de esta misma pasión, que ha sido para ti fomento del vicio, sírvete para ejercitarte más y más en la virtud. MEDITACIÓN IV.-Como la del d{a primero. EXAMEN PRACTICO En que se c,ontinúa sobre la virtud de la humildad. Dios resiste a los soberbios,y solamente da su gracia a los humildes. Tú, pues, haz mucha cuenta de la humildad, (r) Dice con mucho a:cierto el Autor, que se hace en extremo difícil conocer bien cuál es nuestra pasión domi1t1an– te y como que tal vez algunos síntomas que aquí se señalan como propios de semejante enfermedad no seain peculiares de ella sino muy comunes, a otros males del espíritu, no queremos omitir aquí lo que leímos en cierta ocasión y creernos que es la última palabra en esta dificilísima materia. La pasión dominante es el resulta:clo moral de nuestro tem– peramento o bien una pasió1t1 determinada ·cuya primera raíz hay que buscar siempre en la índole de nuestra complexión especial. Haga cada cual aplicación de esta doctrina a sí propio y habrá dado con la pasión dominante, real y verda– dera; es decir, con el mayor enemigo de su propia perfección y .el peligro más gra1t1de de perdición eterna.
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