BCCCAP00000000000000000000946

acusarte, o por ventura no' te acusas jamás de ellas por una ancha conciencia, aunque sean, pecados dé plena advertencia. y malicia. Encomiéndate al Señor,, y con el propósito de enmendarte de todos, comienza por aquéllos que te den más pena, y más te repugna el apartarte de ellos, imponiéndote a este fin alguna peni• tencia. MEDITACION III Sobre los pecados propios. PONTO I Trae a la memoria, aunque de una manera confusa y en general, todos los pecados, que has cometido en tu vida desde que viniste al mundo, hasta la hora pre· sente; así los cometidos con los sentidos del cuerpo, como los que hiciste con las potencias del alma; y con– siderando cuán excesivos hayan sido en el número, y cuán abominables en la deformidad, entiende haber sido verdaderamente indignísima tu vida. ¿Sabes lo que es cada pecado tuyo? El pecado es una verdadera ofensa de Dios. No diré más de esto. Pero entiéndelo bien: todas las veces que has pecado, has ofendido a Dios Nuestro Señor. Sí, aquel Dios que es suma bondad, belleza.increada, sumo poder, gloria infinita, ha sido ofendido. ¿Y por quién? Por ti, que no eres otra cosa que polvo, ceniza, hedion– dez, corrupción y la misma nada. ¿Puede ser esto ver• dad, que un miserable gusanillo como yo haya tenido bastante atrevimiento para ofender la grandiosa Majes•

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz