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57 corazón esta soberbia, esperando ser elegido o promo– vido a algún oficio honroso en la Orden. Si a este fin solicitas atraer los demás a tu voluntad. Si buscas o procuras tener este o aquel lugar, es sefial manifiesta de que tienes en tu misma ambición un indicio claro de que Dios no te llama a aquel puesto, y como que no te llama, cierto que no te quiere en él.· Es ponerse a luchar con Dios el resistir a su querer y conviertes la Religión, que es lugar de paz, en un campo de batalla. Humíllate arrepentido y procura poner tu gloria en sola la humildad. Puede uno tener la virtud de la pobreza o de la cas– tidad, y en el reflejo de.la virtud que posee, juzgarse pobre y tenerse por casto, pero no puede juzgarse humilde, y tener verdadera humildad. Esta virtud falta a qt,tien cree que la tiene. ¿Juzgas tú que eres humHde? Si es así, no tienes humildad, porque ésta es una virtud más fácil de conseguirse que de conocerse. Examínate lo segundo sobre las señales de ella: el verdadero humilde sujeta con facilidad el propio juicio al juicio de los otros, y mucho más al de los Superiores. Jamás se fía de sí mismo y tiene por sospechoso todo aquello que su razón le dicta, porque sabe muy bien que puede engañarse. Atribuye a Dios todo el bien que tiene; reconoce 110 ser otra cosa de sí mismo, sino debilidad, miserias y un caudal de tanta malicia que cometería cuantos pecados son imaginables si Dios no le asistiese .con su divina gracia. Jamás se resiente ni aflige por cualquier trabajo, desprecio o vituperio que le acon– tezca, porque está bien persuadido que no hay mal de ningún género del cual no se haya hecho merecedor.

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