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en omitirlas por pereza o negligencia; si las practicas con afecto de verdadera piedad, o solamente por cos– tumbre. En cuanto a la lección espiritual, examínate lo segundo, si la haces cada día; y cómo la haces; si apresuradamente, o despacio y con reflexión; si por curiosidad, o con sentimiento y deseo de sacar prove– cho; si buscas más recrear el entendimiento, que inflas mar la voluntad, deleitándote .más en el modo de decir y en la erudición del autor que en la substancia del libro. Cualquiera obra, por buena que sea, no puede ser gloriosa a Dios, si no es referida a su Majestad, hacién– dola con buena intención y pureza de conciencia. Y de aquí examínate en tercer lugar, cuál sea tu intención en todas las obras tuyas; si acaso intervienen los res– petos humanos; si procedes por principios internos de espíritu, esto es, por motivos sobrenaturales. A fin de mantener la conciencia pura se instituyó el examen que debe hacerse cada noche, para saber cómo se pasó la jornada. Mira, pues, si te examinas toda~ las noches; si ponderas las obras, palabras y pensamientos, y asimismo las omisiones de tu estado; si pides a Dios el perdón con dolor y propósito de enmendarte; si le rindes debidas gracias por los beneficios recibidos, y singularmente por aquél que recibiste con la vocación religiosa; y si te complaces en ella. Para mantener la conciencia pura está ordenada la confesión, y por tanto te examinarás lo cuarto, cómo te preparas para este Sacramento; si empleas la debida diligencia para acordarte de tus culpas; si recurres a

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