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44 PUNTO 11 Considera lo segundo, si hay alguna criatura, a la cual tengas demasiado apego con perjuicio de la pobre– za, castidad, obediencia, o religiosidad capuchina. No vaciles y proponte dejarla luego, sin dilación. ¡Ay de mí, que voy fuera de camino, y no hay quien pueda encaminarme, sino sois Vos, Dios y Sefíor mío! Quitadme a viva fuerza estas criaturas, las cuales no puedo poseer, ni amar, sin gravísimo dafío; o bien dadme aquella resolución y desprendimiento que se ne~ cesita para apartarme de ellas. No permitáis que aque– llas cosas que Vos me habéis concedido para socorro de mi necesidad, sirvan para fomentar mi sensualidad. Renuncia la solicitud que tienes en buscar comodi– dades y vana estimación. Y considera que todo es vanidad: vanidad la amistad de los seglares; vanidad la amistad particular de los religiosos; vanidad las di– versiones mundanas, y todo lo que de nada sirve para tu último fin. ¿De qué te servirá haber tenido en esta vida cargos, honores, amistades, si después de todo te condenases? Después de la muerte de tantos y tantos, no se oye jamás que digan: ¡dichoso de él, que era una gran cabeza, dichoso que fué un gran filósofo, un gran teólogo!... No; sino solamente: ¡Bienaventurado! que era un buen religioso. Esto es nuestro todo; y sin esto cualquiera otra cosa es nada. Por tanto con grande empeño quiero procurar hacerme buen religioso, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere: perezca el mundo, yo quiero ser buen religioso, porque es lo único que he menester para alcanzar mi eterna salvación.

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