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cede de estar poco mortificado entre día; si estás allí. de buena voluntad; si procuras hui.r la oración en todo o en parte; si practicas los afectos, y te aplicas a reco– ger el fruto. Muchos se lamentan de no poder estar recogidos en la oración, y si buscas el motivo, hallarás que proviene acaso de la falta de fe, pues no se ponen en la presencia de Dios; o bien de falta de humildad, presumiendo de si mismos; o de falta de fervor, por estar muy divertidos en pensamientos y discursos ocio– sos. Anda con cautela, y provee de remedio. MAXIMA De la memoria del fin, por ei1 cual hemos venido a fa Religión. Esto es lo que se decía muchas veces a sí mismo san Bernardo: Ad quid venisti? ¿a qué has venido? El ol_. vidarse de este fin, és causa de que este mismo fin se mude Dejando el mundo hemos venido a la Religión para servir a Dios, y salvamos: este es el único norte en el que hemos puesto la mira. Y si no fuese por esto no habríamos abrazado una vida tan austera, en la cual, sacrificada la libertad, debemos necesariamente depen• der de la de otro. Pero ¿de dónde proviene que esta Religión Capuchina, por la cual una vez tanto suspi– ramos, y que por entrar en ella pusimos tantos y tan eficaces medios, ruegos y empeños, ahora tal vez nos parece extraña y molesta? ¿De dónde procede, que en el Noviciado se han sufrido tantas y tan grandes mor•
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