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ley, pero aun cuando no fuese de ella obligado, lo haría sin embargo como de hecho me obligo, no por otro motivo, sino por dar gusto a vuestra Divina Majestad, a quien tanto agrada esta hermosa virtud, A Vos de la misma suerte hago voto de Obediencia,· obediencia universal y voluntariosa en el obedecer en todo a todos aquellos que vuestra Divina Providencia me destinará por Superiores. Y obedecer singular– mente en todo aquello que me impone la Regla de mi Padre san Francisco. Ved aquí, Señor, el sacrificio que os hago de todo mí mismo. Le hice ya solemne otra vez; pero ahora, como si jamás le hubiese hecho, lo renuevo con la más eficaz deliberación de mi voluntad. Quisiera, Señer, tener más espíritu, para que os fuese más agradable; pero no me miréis a mí, Dios mío, mirad el Corazón de Jesucristo, sacrificándose a sí propio en la Cruz: a este Corazón divino hago entrega de mi mismo, y me apropio todos los afectos suyos, para glorificaros allí en el tiempo y en la eternidad, por todos los siglos de los siglos. Amén.

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