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320 Renovación de los votos. Yo imploro vuestra gracia, Dios mío, para acabar aquí de despojarme del hombre viejo, y revestirme en– teramente del nuevo, que es criado en justicia y santi– dad. Pretendo ahora avivar aquella ardiente voluntad y devoción amorosa que tuve en el momento de mi Profesión, para renovar aquel sacrificio que os hice de mí mismo, y reparar cualquier defecto que yo pudiese entonces haber cometido; y excitarme a la observancia de mis votos con la más exacta fidelidad. Yo llamo, pues, por testigos al ciélo y a la tierra; ángeles y san– tos del Paraíso, venid aquí a la presencia de Jesucristo, de la bienaventurada Virgen María, y de mi Seráfico Patriarca y Padre san Francisco, para dar testimonio auténtico de cuanto yo voy a prometer a la Augustí– sima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Yo, fray N. de N., con el más vivo sentimiento de un alma deseosa de ser toda;vuestra, ¡oh Dios mío!, a Vos hago voto de Pobreza,· pobreza evangélica, altí• sima conforme a la Regla de nuestro Seráfico Padre san Francisco; pobreza, no solamente de hecho en orden a no tener cosa de propio, sino también de espíritu, en cuanto a no tener desordenado apego a criatura alguna de este mundo. A Vos, Dios mío omnipotente, hago también voto de Castidad,· cas– tidad de cuerpo para no permitir jamás algún impuro placer a mi carne; y castidad de corazón para no querer jamás voluntariamente deleitarme en pensa· miento alguno deshonesto. A tanto me obliga vuestra