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312 punto de morir, para asegurar la salud de mi alma. Primeramente me acuso de todas las Confesiones que tengo hechas en este tiempo, que serán ... al mes, y me acuso también, que tengo mucho fundamento de temer que hayan sido inválidas y acaso sacrílegas, por haber faltado algunas veces a la sinceridad, no explicando como debía ciertos pecados míos y procurando excusar y disminuir mi malicia; además, por lo mucho que dudo de haber faltado al verdadero dolor y propósito no habiéndome aplicado jamás de veras a la enmiendR; mucho tiempo ha reconozco que tengo de hacer esta confesión, por varias inspiraciones y remordimientos, y por mi sola negligencia la he prolongado hasta ahora. Y por tanto me acuso también de todas las Comuniones que tengo hechas en tal estado, doliéndome de la indig– nidad con que me he llegado a los Sacramentos, y de no haber sacado fruto sólo por culpa mía. Me acuso, que casi cada día he tenido pensamientos deshonestos de todas especies, y aunque las más de las veces por la Divina Misericordia los he arrojado de mi, me he portado con todo eso con mucha tibieza, y más o menos negligencia, de suerte, que casi en todas mis Confesiones he tenido que dudar de si me detuve inte– riormente en alguna delectación morosa; de aquí me ha nacido un grande embrollo de mi conciencia; porque no obstante que dudase mucho de haber tenido estas de– lectaciones, y aun estuviese tal vez seguro de haberlas tenido, las he acusado tan sólo de haber sido negli– gente; y el Confesor ha podido tener por culpa ligera, lo que era culpa grave. Y me acuso también, que habiendo tenido semejantes delectaciones, o ya