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309 m. Cuando se quiere hacer una confesión general de necesidad debe usarse de la mayor diligencia posible para hacerla bien, de modo que no haya razón fundada para dudar, y se tenga una certeza moral de haber cumplido los propios deberes. Hay algunos que después de haber hecho confesión general, quisieran volver a hacerla porque pt'esumen que entonces no la hicieron buena. No seas tú como éstos, haz tu confesión de tal manera, que los escrúpulos no vengan después a inquie– tarte, y puedas poner sobre tus pecados una losa no tratando más de acordarte de ellos para confesarlos, sino para dolerte de ellos tocio el tiempo de tu vida. A proporción que se pone mayor o menor diligencia en el hacer esta confesión, se experimenta también después mayor o menor contento de haberla hecho. Y no entiendas por diligencia una escrupulosa inquietud, sino una serena y diligente fidelidad. IV. Para aliviarte el trabajo del examen, podrán servir los que hemos dispuesto en cada uno de los dfas de los Ejercicios, el de la confesión ordinaria. y el que ponemos para el alma tibia. Para moverte al más vivo dolor de tus culpas, mucho te valdrá el recordar la infi• nita bondad de aquel Dios que tantas veces fué de ti ofendido, la pasión de Jesucristo, la gloria del Paraíso perdido, el infierno merecido, el alma eternamente perdida. V. Para la obra del entendimiento y la del corazón te es necesaria una gracia particular de Dios, la cual no te la negará si la pides con humildad y confianza en esta forma: por mucho que me esfuerce, oh Dios mio, vara tener un verdadero dolor .ti hacer buena

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