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eficaz y constante, pues no se ponen aquellos medios necesarios para la enmienda, y se tiene como una tácita voluntad de volver a pecar, manteniendo la afición a los puntos de honra, a la vanidad y a las ocasiones. Por parte también de la misma confesión, en la cual se procede de un modo ambiguo, con poca sinceridad; y ya se calla por hum~mos respetos algún pecado que puede ser notable y aun tal vez grave; ya se hace con rodeos y pretextos, para excusar la malicia. De donde si en ti mismo reconoces semejantes faltas, debes per– suadirte que la confesión general te es necesaria para asegurar el buen estado de tu alma y conviene que examines tu vida, comenzando desde aquel tiempo en que principiaste a vivir con flojedad, después de la última confesión general que hiciste y que la supones buena. II. Entre una confesión general que se deba hacer de necesidad, y otra que se quiera hacer solamente de consejo, por no tener racional fundamento para dudar de las confesiones pasadas, hay esta diferencia: que en la general de necesidad, máxime si es de mucho tiempo, se requiere toda la aplicación para traer a la memoria todas las culpas que son o pueden ser graves; pero cuando la confesión es solamente de consejo, no se requiere entonces tanto conato, bastando que en el examen se recopilen in genere aquellos defectos, de los cuales pareciere que la co11cie11cia tiene más remor– dimiento, y esto sin angustia, ni escrúpulos, sólo a fin de reconocer las propias miserias con amorosa humil– dad, y animarse con voluntad fuerte y decidida a en• mendarse.
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