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307 Advertencias pa:ra la confesi6n general. (Para uso del Religioso dado por algún tiempo a la tibieza.) Por confesión general no entiendo otra cosa que una confesión tal cual desearías hacer si ahora estuvieses ya para morir. Si te parece que sobreviniéndote la muerte no tendrías de qué acusarte sino de tal o cual cosa de poca monta, acúsate de eso mismo ahora. Si te parece que tendrías mucho de qué reprenderte, examí– nate ahora, de tal suerte, que de esta confesión resulte una plena quietud y serenidad de conciencia, la cual es necesaria para comenzar con fervor una nueva vida. En realidad jamás podrás cumplir de veras los deseos y propósitos de perfección mientras que la conciencia te remuerda y repruebe su mísero estado. Para esta con– fesión, pues, recibe las siguientes advertencias, de las cuales podrás servirte conforme a tu necesidad. I. Ocurre de ordinario que las confesiones de aque– llos que traen una vida tibia y relajada, van acompa– ñadas de notables faltas. Por parte-del examen, que hacen muy superficialmente, más o menos cegados por la pasión, se dejan muchos pecados por tratar de per– suadirse que no son tales, porque no tienen voluntad de enmendarse de ellos. Por parte del dolor, que no se le pide a Dios, ni se aplica a excitarlo con la considera– ción de los motivos necesarios. También pueden ser deficientes las confesiones por falta de propósito, el cual raras veces se hace de tal modo que sea universal,
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