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301 110 tengo espíritu, y a mí mismo debo atribuir la culpa, no a mi estado. Yo elijo y nombro por mi abogado, a San Félix de Cantalicio, lego de nuestra Orden, como yo lo soy; y quiero procurar imitarle en el trato con Religiosos y seglares en todos los empleos de mi vida. Y especial– mente, en cualquier cosa que me impusiere la obediencia, quiero portarme así como podré figurarme que se por– taría San Félix. EXAMEN PRACTICO Para una conifesi;ó111 ordinaria. Sólo dos cosas te propongo para que las tengas muy presentes en el examen. La primera, que lo hagas con diligencia, indagando minuciosamente todo lo que de algún modo puede ser ofensa de Dios y g ~ardar.te de ir cada vez al confesor con el mismo relato.de pecados y faltas. No se puede estar sin cometer defectps, pero en los que entra con la fragilidad la mal foja,' se debe al menos disminuir el número con alguri~ ~nniienda o rumiar de algún modo la referencia, para\nSiJorrnar un mal hábito de confesarse sin examen y pQr .el.)nismo número de faltas que se saben. La segunda; q~e· tfag{:ls.' , ' el examen con más seriedad y exactitud, y· más< en aquellos casos a los que sabes tener o alguna inclina– ción o aversión; porque en ellos es fácil que la con– ciencia se habitúe hasta no estimar pecado lo que de veras lo es. Hay religiosos con escrúpulos por cosillas, y ningún remordimiento por otras faltas que esencial.
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