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piento de mi tibieza pasada, y os ruego que me conce– .dáis vuestra ayuda, para comenzar en estos días una vida mejor. Haced, Señor, que en ellos y en todos los que me restan de vida cumpla mejor vuestra santísima voluntad. Hacedme conocer las cosas de vuestro gusto, y dadme gracia cle hacerlas por los méritos de vuestra santísima Madre, y de mi Padre san Francisco. .MIEiDITAICION .II Sobre el beneficio ,de los ejercicios. PUNTO l Considera cuántas gracias has recibido de Dios hasta ahora; luces internas, inspiraciones, remordimientos, avisos de superiores, libros espirituales, buenos ejem– plos, etc. ¡ Cuántas veces te ha llamado Dios de ese estado de tibieza! Tú no me negarás que Dios te haya dicho muchas veces al corazón, que esta vida tuya no es una vida de Religioso, y mucho menos de Capu– chino. Si ahora hubieses de comparecer delante del Juez eterno, ¿qué responderías al. pedirte cuenta de tantas gracias de las cuales has abusado en tantos afíos de Religión? A esas gracias afíade el Sefíor ahora esta de llamarte al retiro de diez días. Gracia grande es, por cierto, supuesto que de ella puede depender tu salvación. ¿Cuántos hay, a los cuales jamás les fué.ni será conce– dida gracia semejante? Dios te la concede a ti por su

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