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274 estos días de retiro, serán otros tantos capítulos de acusación, escritos de mi propia mano, que se alegarán contra mf en el día del Juicio, si no he sabido corres– ponder poniéndolos en práctica: Ahí está el se dirá, y sus obras. Ved ahí lo que él ha conocido que debía hacer, y lo que ha hecho. No tendré en aquel punto necesidad de juez para decretar mi sen– tencia; yo me juzgaré y condenaré por mí mismo. Todas las buenas luces que tuve, depondrán contra mí: todas estas consideraciones mías servirán para mi con• denación. Quiero leer, a Jo menos una vez al mes, los buenos sentimientos que tengo notados en el tiempo de estos mis Ejercicios, y considerarlos, como si me los hubiere dictado el Espíritu Santo, parn excitarme a observar– los inviolablemente. Puede ser que esta fiel obser· vancia, que he determinado cumplir, me ocasione acaso a las veces alguna tristeza; pero debo acordarme, que nadie me fuerza a seguirla; lo hago sólo por amor de Dios. Hácese con gusto lo que se hace por amor y no habrá peligro que me domine la tristeza, si en mi corazón reinare el amor de Dios. Si con todo eso tal vez dejare de ejecutar propósito, no quiero tener de ello escrúpulo, sino en cuanto será omisión de cosa, a la cual por otro título estoy obligado; pero en aquello que solamente es propósito mío, no hay necesidad de obligarme, humillaré sin embargo, pediré perdón a Dios de mi tibieza, y le rogaré que me restituya al fervor. Me dice el demonio que no perseveraré, ni durar mucho en la observancia de estos mis propósitos,