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capa de utilidad, Pero vela sobre ti, porque de este modo pronto se va relajando el espíritu. Se presume haber hecho bastante en el retiro de diez días; y en rnstigo de la presunción, Dios retira su misericordiosa mano. La tercera causa de la relajación proviene del tra– bajo notoriamente abrumador; porque el espíritu emba· razado se divide, se distrae, y se rinde incapaz de aplicarse después con el necesario ardor y conato al otro importantísimo negocio de la salvación. El reme– dio que hay para esto, es no aplicarte a otra cosa que aquello que te ordenare la obediencia, y que a ésta atiendas también con pura intención y con suavidad, sin precipitación que te desasosiegue. Aplícate al pro· pio oficio y empleo en el tiempo y modo que te lo manda la obediencia; y ésta. te servirá de grande ayu– da, para mantener entre distracciones de la vida activa el recogimiento y el fervor. La cuarta causa es el ejemplo, pues viéndose alguna relajación en los otros, que es imposible no verla vi– viendo con muchos, se les imita y se pasa insensible– mente de las pequeñas relajaciones a las mayores. Tres remedios hay para esto; el primero es considerar las virtudes de los otros para copiarlas; y sus defectos, sólo para atender a no caer en ellos, persuadiéndose que no hay más que el ejemplo de demérito que sea digno de nuestra total imitación. El segundo es, evitar la familiaridad de aquellas personas, que o con su ejemplo, o con sus discursos pueden apartarte de tu espiritual aprovechamiento; no digo que les niegues la conversación siendo preciso atender a la caridad y

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