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PUNTO Il Aquel Dios que has hallado y experimentado tan benigno y amable en los Ejercicios, será siempre el mismo Dios en lo venidero; siempre infinitamente bueno, infinitamente digno de que le ames y sirvas con todo el fervor posible; y para ti será siempre ver– dadero, que te es ventajoso en extremo amarlo y ser– virlo como se lo has prometido. No basta, pues, el haber concebido en estos días buenos deseos y santos afec– tos; sino que debes procurar mantenerlos vivos y en– teros con ún verdadero, firme y estable mejoramiento de vida, Hoy puedes decir, no que has hecho y aca– bado los Ejercicios, sino que has comenzado a hacerlos; y por tanto resta todavía el proseguirlos mientras te dure la vida, poniendo en ejecución lo que has resuelto y determinado; porque Jesucristo no ha prometido la salud eterna a quien comienza el bien, o persevera en él por algún tiempo; sino a quien continúa en él hasta el fin (1). Y no dice que se haya de perseverar en al– guna particular virtud; sino que habla generalmente: Quien perseverare, dice, será salvo; para que se en– tienda, que es necesario continuar el ejercicio de todas las virtudes que convienen a nuestro estado. Esto es lo que tú has prometido en tu retiro; y la ejecución de cuanto has propuesto ha de ser el fruto. Anímate, pues, a la perseverancia, y por cuanto ésta es un don singularísimo de Dios, no ceses un ins•· (r) Qiti j>l!rseveraverit i,sque in finem, hic salvus erit. (Matth., roo-22.)
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