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se dieron a Dios por este motivo! ¡Oh, cómo aplaudie– ron en el Paraíso porque sucesivamente pensaste y propusiste trabajar por la perfección! Ahora, pues: ¿qué vergiienza la tuya si con infidelidad faltases a lo propuesto? ¿Qué confusión para ti en el día del juicio? ¡Oh verdaderamente caros y preciosos propósitos! ¡Cuántas almas hay que no han sido favorecidas de esta suerte! ¿Y cómo podré yo jamás humillarme bas– tantemente a vuestra misericórdia, Dios mío? Bien conozco las gracias que habéis derramado sobre mí en este tiempo: Vos con dulzura me habéis convidado a estos santos Ejercicios; me habéis entretenido, y alen– tado en ellos con suavidad; no habéis hecho otra cosa que infundirme pensamientos de paz y amor. ¡Oh, qué gracia ha sido para mí tan grande, el que después de haber gastado tan inútilmente los años, Vos me hayáis llamado antes de la muerte, y habéis detenido el curso de mi miseria en un tiempo en el cual, si hubiese con– tinuado, hubiera llegado a ser eternamente miserable! ¡Oh, cuánto os estoy obligado, Dios mío! Pero: ¿Qué os retribuiré por un beneficio que entraña tantos y tan grandes beneficios? Yo os daré, con la ayuda de vues– tra gracia, todo lo que vuestra grada me ha dado; mantendré con vuestra gracia todo lo que con vuestra gracia he propuesto. Yo deseo, Señor, seros fiel; y este deseo de fidelidad ¿quién me lo da sino Vos? Pero Vos conocéis también mi impotencia: dadle vigor con vuestro auxilio.

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