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26 querría seguir a .Jesucristo, pero sin. renunciarse a sí mismo; ama los dictámenes del espíritu, mas quiere con todo e.sto contentar sus pasiones, y no cuidando de hacer lo que conocidamente es bueno, viene a tener como lícito todo aquello que imagina no ser malo. Abraza las opiniones anchas y prácticamente se sirve de ellas en toda ocasión sin remordimiento de concien:– cia, sin temor de salirse de los límites de la verdad, lisonjeándose bien frecuentemente de que no es pecado aquello que lo .es en realidad .. En fin y por decirlo de una vez, alma tibia es aquella que ni tiene fervor, ni espíritu, ni devoción, ni recogimiento, ni deseo de as– pirar como debe a la perfección; que hace las cosas de Dios como por necesidad y sola costumbre, con negli– gencia, con distracción continua en la oración, en los divinos oficios y con languidez de espíritu en el .uso de los Sacramentos; que está enferma y no conoce su enfermedad, y es casi del todo incurable, porque todo aquello que es más santo en la Religión, no basta para curarla (1). (I) La tibieza de es:l)íritu, como lo indica la misma :Pala– bra, no es otra cosa que un relativo enfriamiento de la di– vina ca1·idad motivado por el desprecio de las culpas veniales. El pecado mottal destruye el amor divino, la tibieza lo· en– fría y amortigua. El :Primero es muerte espiritual del. alma, la otra .es dolencia grave, no pecado grave; y su gravedad consiste en el estrechísimo parentesco que tiene CGl!1 la culpa mortal cuya preparación necesaria e indispensable es la tibieza. Al determinar los síntomas de esta dolencia hay que ir con sumo ·cuidado en evitar dos ex:tremos igualmente falsos y perniciosos; primeramente el tener por tibieza la repeti– ción de aquellos defectos que, dada la huma111a flaqueza, es

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