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sirvamos con alegría, con fidelidad y devoción; y la negligencia trae siempre consigo la melancolía, la holgazanería y el desdén. · MEDITACIÓN IV-En la forma .tJa dicha. EXAMEN PR!AJCT]CO Sobre algunas otras virtudes necesarias al Religioso. Examínate lo primero, sobre la puntualidad y dili– gencia en cumplir con exactitud todas las obligaciones del propio estado. Esta virtud parece de poca monta, cuando va sola; pero es muy estimable, cuando está unida a las otras virtudes; y es digno de alabanza en un Religioso de calidad que se pueda decir de él, que es puntual en hacer la vida común, porque ¡cuán bello es ver tm Religioso de respeto, o por su alcurnia, o por la edad, o por los estudios, o por el oficio, acudir con presteza a los buenos usos de la Religión; y olvidando su mérito, interrumpir sus ocupaciones privadas, por asistir a las fanciones más vulgares, y no avergonzarse, cuando se presente el caso, de tomar cualquier oficio, sin dejarse busear, ni esperar, ni dar jamás ocasión a nadie de lamentarse! Examínate, por tanto, si eres puntual en tu oficio propio, y en los otros oficios y acciones en común a que deben acudir todos, y mucho más en lo que atañe al servicio de Dios, si eres exacto en la asistencia a las Horas canónicas al coro, a la ora• dón mental, a las Misas, a la bendición de la mesa, a las visitas del Santísimo Sacramento ... Si eres dili• 16

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