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253 por .vuestra misericordia vuelvo a Vos? ¡Oh Señora, Vos me amáis, no según la medida de mis méritos, sino de vuestra bondad! Yo soy el que no correspondo; pero ya que en lo pasado he sido ingrato, de ningún modo quisiera serlo en lo venidero. Quiero amaros con todo mi corazón. Considera ahora qué quiere decir amar a Maria. Este amor consiste en acordarse a menudo de Ella, hablar con gusto de Ella, y excitar a otros a su devo– ción. Consiste en honrarla cada día rezándole el Rosa– rio, el Oficio suyo u otro rezo semejante; en apare– jarse con algún piadoso ejercicio para sus festivida• des, en imitarla en las obras cotidianas, procurando hacerlas de aquella manera que podemos figurarnos las haría Ella misma; imitarla sobre todo en la práctica de aquellas tres virtudes que a esta Señora le son más gratas y queridas: la pureza, la humildad, y el amor a Jesucristo su Hijo Santísimo. Haz ahora propósito de amarla de esta manera; implora su ayuda para hacerlo así; y creyendo firmemente que puede, sabe y quiere ayudarte, pon en Ella toda tu confianza. MAXIMA Sobre htiír la precipitación y rnegligencia. La primera y más importante de nuestras devociones ha de consistir en hacer aquellas obras a que estamos obligados por razón de nuestro estado; porque en todas ellas muéstrase clara y terminante la voluntad de Dios que las ha unido a nuestra vocación, Y como en el

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