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tos de su vida. ¡Oh buen Jesús!, dadme gracia para cumplir todo esto, que yo lo quiero, porque deseo amaros. MEDITACION III Sobre los motivos de amar a la beatísima Virgen María. PUNTO I Considera sentada en un majestuoso trono de gloria a la beatísima Virgen María, que desde allí vuelve a ti sus ojos, y extiende su manto, para recibirte bajo su protección, y te alarga la mano, para servirte de guia, de.abogada y de Madre, con esta sola condición, de que te resuelvas a amarla. ¿Dudas resolverte? Ella es la Madre de Jesucristo; esto es, Madre inmaculada de Dios, que desde la eternidad fué elegida del Padre Eterno por su Hija y del Espíritu Santo por su Esposa. Es aquella en quien la Santísima Trinidad tiene depositado el tesoro de sus gracias, de tal suerte, que ninguno se salva, sino es por Ella. Es la Reina del Cielo, a cúyos pies los ángeles se honran reconocién– dose vasallos suyos; y tú ¿vacilas entregarte a Ella por hijo? ¿Temes acaso que no será para ti buena Madre? ¡Oh, si supieses con qué ternura de corazón te ha amado y te está amando! Su corazón es uno con el de Jesús; y así como no puedes dudar de que Jesús te sea Padre, y Padre más amoroso que otro padre cualquiera, así no debes sospechar que Matía deje de

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