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245 ella.. , En el conversar con los otros ... Cómo te portas para mantener el decoro propio de tu edad, de. tu mi· nisterio, del lugar y personas con quienes tratas... Si a todos das buen ejemplo, de tal manera, que queden edificados al oírte, y sólo con verte; no viéndose en ti descompostura, vanidad, ligereza o demasiada licencia; particularmente en las palabras y en la manera de hablar molesta, desabrida, afectada; la afectación siem• pre desdice y desagrada, no menos a Dios que·a los hombres: es necesario ser modesto, sin esforzarse para hacer del modesto; pero jamás serás tal mientras tu interior no esté bien compuesto. Mírate en aquel espejo de la modestísitria persona de Jesucristo, y ruégale que te dé gracia para conformarte a su divino ejemplar, y acostúmbrate a estar en todas partes, como si los ojos de todo el mundo estuviesen siempre fijos en ti; o como si estuvieses en la presencia de todos los ángeles y santos, ya que de continuo estás en la presencia de Dios. MAXIMA Sobre el uso de la sinceridad. La sinceridad es una virtud cuyo fin es manifestar nuestros conceptos, o lo que sentimos, de la misma manera que el corazón lo siente, con una recta inten– ción de agradar a Dios, sin atender al decir de los hombres. Se opone al vicio de la astucia, que es el origen de donde provienen las dobleces, las simulacio– nes, los artificios, los engaños y las adulaciones) para

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