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cubrir en todo los defectos de los otros ... Usar de una locuacidad fastidiosa e importuna: todas estas cosas ofenden la modestia religiosa ... Considera, pues, en lo que eres defectuoso, y aplíéate a la enmienda. De la misma suerte, hacer del fatuo, del trastornado, del desaliñado, aturdido en el pasear, traer la cabeza como vagamundo, y falto de sentido ... Tener los ojos descompuestos, mirando licenciosamente acá y allá ... Observar quién entra y quién sale, quién se mueve o quién es el ruidoso ... En las casas de los seculares entretenerse con curiosidad a mirar y remirar ya una cosa, ya la otra ... Responder bruscamente a los que nos llaman, o nos piden, o preguntan alguna cosa ... Caminar o muy lento o desbocado... Traer el hábito sucio, desajustado, y mal compuesto ... Tener las ma– nos hacia atrás o sueltas e inquietas como las lleva quien va sembrando ... Recostarse hacia atrás o bien sobre el codo, y poner una pierna sobre la otra en pre• sencia de los demás. Cuando se est.á en pie, tener e¡ uno lejos del otro ... Dormir descubierto y descom– puesto ... Comer con demasiada ansia, y con tanta falta de pulcritud que ocasione asco a los otros •.. Y final– mente faltar a las reglas de urbanidad, la cual en un Religioso toda consiste en la humildad y en la modestia, es faltar a los deberes y conveniencias del propio estado. Ayuda mucho a la modestia tener un .buen natural; pero aquello en que la naturaleza falta, debe enmen– darlo la religiosa educación; por lo cual debes exami– narte generalmente: Qué modestia es la que practicas contigo mismo, cuando estás en la celda, o fuera de
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