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19 y tinieblas. Dios y Sefíor mío; hdgase vuestra volun– tad aqµí en la tierra como en el cielo (1); yo me resigno en todo y por todo a vuestro santo querer, y no tengo otra mira que la de agradaros ahora y por toda la eternidad. La tercera disposición debe consistir en que estés libre y absolutamente desembarazado, para lograr to cual contribuirá no poco disponer y arreglar los ordi– narios quehaceres de tal manera que no tengas que ocuparte en ellos. Deja a un lado los libros de estudio, las cartas, y todo lo que sea ocasión de distracciones, con el firme propósito de tener a disposición tuya, para aprovecharlos bien, todos los momentos de esas pre-' ciosas jornadas, y no atiendas a otra cosa que a los intereses del alma. Todo lo cual te será muy fácil si imaginares que has de morir luego que hayas terminado los. santos Ejercicios. Al concebir así vecina la muerte se. desvanecerá toda urgencia mundana, y podrás decir a ti mismo en cualquiera ocurrencia: Si después de estos días he de morir ¿qué necesidad tengo de estu– diar, de escribir cartas, de atender a cosa alguna? Esta es única y exclusivamente la gran necesidad de mi alma, aparejarme para .la eternidad. A este objeto será bueno dar cuenta al Superior de esos nobles y santos deseos a fin de que en el tiempo más. conveniente para la Religión y para ti mismo pueda él desocuparte de otro empleo cualquiera. No hay en el Convento oficio alguno para cuyo desempefío (r) Fiat volur,tas tua si:ciit ·in coeli et in terra. (Matth.. 6-ro).

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