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I8 interiormente y decir: «Si yo hubiese de morir ahora ¿me hallaría en tal estado de fervor y de espíritu que me diese gran pena el comparecer a dar cuenta de mi vida en el Tribunal de Dios? Si en el término de pocos días hubiese de. morir ¿cuál sería mi más ardiente deseo, mi mayor necesidad?» Y si conoces que no te hallas dis– puesto como es debido para hacer el viaje de la eter– nidad., considera luego que el mismo Señor te da medios y comodidad para hacer estos Ejercicios que por ven– tura serán los últimos de tu vida; con el fin de que te prepares dignamente y procures salir de ellos en aquel estado y con aquel fervor en que quisieras .hallarte cuando exhales el postrer suspiro. Por 1.o que toca a las disposiciones del corazón, la primera es que lo dilates con generosa liberalidad en la presencia de Dios, y estés resuelto a seguir con su gracia cuanto El se .complacerá en inspirarte sin poner impedimento a su divina voluntad. Aparejado .está mi corazón, Dios mio (1), debes decir con el Profeta. Yo os lo presento, Señor, este mi pobre corazón como un papel en blanco; escribid en él todo lo que os agra– de, que yo con vuestra ayuda no quiero contrade.ci.ros ya más en cosa alguna, La segunda disposición consiste en abrazar los Ejer– éicios con vivo deseo de perfección, con gozo espiri– tual, y sobre todo con gran indiferencia dejándote guiar por Dios, y llevarte donde a El más le placerá; sin buscar luces ni consolaciones, dispuesto a pasar con fidelidad estos días, aunque para ti fueran de sequedad (I) ParMum cor meitm, Deus. (Psalm. 107-2).

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